domingo, 21 de octubre de 2007

EL MAESTRO


--El maestro, la actividad pedagógica: funciones y estructura de la actividad pedagógica. La ética pedagógica.
.
Y me hice maestro, que es hacerse creador

José Mart
í

AUTOR: Dr. Jesús Rguez Cotorruelo.
Profesor Auxiliar ISP Gtmo.

El concepto de maestro tiene una significación muy amplia, según el Diccionario Enciclopédico Hispanoamericano, “maestro es el que enseña una ciencia u oficio, ó tiene título para hacerlo; el que es práctico en una materia y la maneja con desembarazo”[1].
En este sentido se entiende además el hombre que esta por encima de los demás el que más sabe, maestro quiere decir respeto, sabiduría, no es tan solo quien ejerce la función docente. “También lo es - afirma el pedagogo Alfredo Miguel Aguayo – el que consciente y con un propósito determinado influye en la educación de un individuo, de un grupo de individuos y aún de la comunidad (…) en general, toda persona que se propone estimular y dirigir el pensamiento, la conducta o la vida emotiva de sus semejantes.[2] El maestro carpintero, el albañil, el maestro de cocina, el maestro de ceremonias, el filósofo, el magistrado, el estadista, el dirigente político. “A Todos nosotros, sin excepción - afirma Fidel Castro – nos corresponde el papel de enseñar, a todos nosotros sin excepción nos corresponde el papel de maestro"[3]
En el sentido estrecho de la palabra maestro es el que se dedica por los conocimientos y habilidades adquiridas de manera profesional a la actividad pedagógica. Esta consagración especial a la enseñanza fue durante muchos siglos (hasta principio de siglo XIX) la única nota o carácter distintivo del maestro profesional. Era creencia general que para ser maestro bastaba un poco de buena voluntad y una instrucción por lo menos igual a la que debía impartirse a los alumnos. “Maestro, en la acepción estricta del vocablo es hoy el que se dedica a la educación y a la enseñanza y a este fin domina, no solo los conocimientos y habilidades que ha de transmitir a sus alumnos, sino la ciencia y el arte de la educación”[4]
Al maestro hay que concebirlo, en los momentos actuales, no con métodos artesanales o rudimentarios frente a un aula, sino “como una personalidad capaz, - señala Fidel - de orientarse independientemente, como un intelectual revolucionario que toma partido ante los problemas y plantea soluciones desde el punto de vista de la ciencia y de nuestros intereses de clase. Todo ello requiere de mucho estudio, de un alto nivel ideológico, de un alto nivel cognoscitivo y de desarrollo de las habilidades profesionales”.[5]
Por mucha riqueza que tenga un país su mayor riqueza siempre lo será su población, el capital humano constituye la verdadera riqueza de cualquier país, este capital humano depende del nivel cultural que tenga una nación, de la escolarización de la misma y … la escuela vale lo que valgan sus maestro, el maestro es el cimiento moral sobre el que descansa la grandeza de las naciones”.[6]
La educación juega un papel decisivo en las transformaciones sociales, la historia y el éxito social de muchos países evidencian el papel que juega la educación en los procesos socioeconómicos y culturales de cualquier país ”Ninguna sociedad, -afirmaba en su tiempo el pedagogo cubano Manuel Valdés Rodríguez - puede desconocer ese valioso aporte al progreso humano ni la trascendencia de la obra educadora”.[7]
El trabajo pedagógico es una de las formas más complejas, y a la vez más hermosas de la actividad humana, “el arte de todas las artes” –afirmaba Comenio – es formar al hombre, el más versátil y difícil de todos los animales”.[8]
La filosofía de la educación para analizar la actividad pedagógica tiene en cuenta el concepto filosófico de actividad “ como modo de existencia, cambio, transformación y desarrollo de la realidad social”[9]. Es el proceso en que el hombre se relaciona con el medio (natural–social) con otros hombres. La actividad del hombre se caracteriza por ser organizada consciente y colectiva.
Para comprender en toda su dimensión el concepto filosófico de actividad humana, es necesario conocer las categorías sujeto y objeto, así como; en este contexto, la categoría actividad práctica material; la actividad cognoscitiva - valorativa, como formas de interacción sujeto - objeto, y la comunicativa; como forma de interacción sujeto - sujeto.
La actividad humana, desde el punto de vista filosófico, es la actividad del sujeto que esta dirigida hacia el objeto y hacia otros sujetos.
En el proceso de transformación del objeto, el hombre, como sujeto, no puede menos que relacionarse con los demás hombres, como otros sujetos. Además de ser una relación del sujeto con el objeto. La actividad humana constituye una relación del sujeto con otros sujetos. Desde nuestro punto de vista, este es un criterio esencial para poder comprender con posterioridad en toda su dimensión el concepto de actividad pedagógica.[10]
En la actividad pedagógica la relación sujeto - objeto tiene sus peculiaridades pues en esta relación, el objeto es al mismo tiempo un ente activo, sujeto de la actividad, pues el maestro tiene que lograr que el estudiante se apropie de las regularidades de la realidad y lo proyecte metodológicamente en calidad de objeto y sujeto del propio proceso.
La actividad pedagógica como un tipo especial de actividad requiere de una dirección científica fundamentada. Ello exige que el maestro conozca su estructura interna comenzado por los objetivos que se propone.
El objetivo representa el punto de partida y deben estar en correspondencia con las exigencias sociales, es lo que demanda la sociedad de la escuela, y por tanto del maestro.
En la actividad pedagógica un elemento esencial es que el objeto de trabajo, lo constituye la personalidad de los educandos y el colectivo escolar. A diferencia de otras actividades, el objeto de trabajo del maestro es un ente activo, pues como hemos señalado, no se limita a recibir influencias externas, sino que interviene activamente al mismo tiempo en el sujeto de este proceso.
La calidad del producto de otras tareas depende ante todo, del interés, de la responsabilidad y la emotividad de quien lo ejecuta, en la actividad pedagógica esto no es suficiente. El maestro tiene que lograr en su labor un sistema de motivos e intereses en su objeto de actividad, en sus alumnos. La función más importante del maestro ”es dirigir y estimular a sus alumnos para que estos, - afirma Aguayo - por si mismos adquieran nuevas formas de conducta o modifiquen otras formas de conducta anterior.”[11]
Los medios de trabajos, están formados esencialmente por los métodos y medios de enseñanza, entre ambos existen relaciones recíprocas y a su vez mantienen relaciones con otros elementos que hay que considerar, como (la edad, el nivel de desarrollo de los alumnos, situaciones típicas en que se utilizan otros).
La ejecución exitosa de la actividad pedagógica está determinada en gran medida por la selección adecuada de las vías y las acciones que la caracterizan para lograr los objetivos fijados y dirigir acertadamente el proceso de enseñanza.
El dominio de la tipología de los métodos y de los medios de enseñanza y la capacidad para considerar en la aplicación de los métodos, no solo el aspecto externo, sino lo que es muy importante, el interno son factores de primer orden.
Un aspecto esencial de la actividad pedagógica es el producto de esta actividad, es decir los múltiples procesos psíquicos y acciones de los alumnos y que trae como resultado el desarrollo y transformación de la personalidad. Este producto se materializa en forma de conocimientos, capacidades, habilidades, hábitos convicciones, particularidades del carácter y la conducta en general.[12]
La actividad pedagógica tiene como objeto formar en los jóvenes sólidos conocimientos científicos y técnicos en correspondencia con el desarrollo social, desarrollar en los mismos hábitos profesionales y convicciones morales, hacer de ellos hombres dignos de la época que les tocó vivir.
En la obra de José Martí encontramos, como ideal de hombre, aquél que es honesto, honrado, laborioso, solidario y colectivista. El Doctor Gilberto García Batista señaló: “Sin pretender adentrarnos en estas cualidades, sí resulta esencial tomar en consideración:
· La relación hombre – hombre en el establecimiento de los valores universales.
· La relación hombre – naturaleza en el cuidado y protección del medio ambiente.
· La relación hombre – Estado en el desarrollo de la calidad humana, cultura del los deberes, derechos y criterios de democracia y participación.
De estos criterios podrían desprenderse valores esenciales como el amor al trabajo, la patria y su historia, a la familia, los niños, ancianos y la naturaleza: El desarrollo de la honradez, la honestidad, la responsabilidad y el sentido de bienestar común, la educación en los deberes y los derechos de ciudadano y la disciplina social, en fin un hombre concreto para nuestra sociedad”.[13]
De estos criterios podrían desprenderse valores esenciales como el amor al trabajo, la patria y su historia, a la familia, los niños, ancianos y la naturaleza: El desarrollo de la honradez, la honestidad, la responsabilidad y el sentido de bienestar común, la educación en los deberes y los derechos de ciudadano y la disciplina social, en fin un hombre concreto para nuestra sociedad”.[14]
La actividad pedagógica requiere del maestro determinadas cualidades positivas de su personalidad, no hay otra labor que requiera de tantas cualidades positivas para lograr los resultados a que aspira.
Para analizar las cualidades del buen maestro tendremos en cuenta “La carta del maestro latinoamericano” elaborada en el Seminario Regional de la UNESCO donde se señalan las condiciones mínimas u obligaciones fundamentales del maestro.
En lo ético: trabajar para que los más altos valores iluminen y dirijan la conciencia y conducta integral de los individuos, hasta elevarlos a categoría de personalidades responsables.
En lo científico: trasmitir los elementos básicos de la ciencia y despertar la inquietud para ampliar el conocimiento.
En lo estético: estimular en las nuevas generaciones la expresión artística y capacitarlas para apreciar la belleza de la naturaleza y las obras de arte, que deben considerarse como medios de elevación y dignificación humana.
En lo filosófico: integrar la formación profesional con una concepción del mundo y del hombre inserta en la realidad histórica, de modo que luego pueda trasmitirla en la escuela.
En lo social: el maestro debe convertirse en agente estructurador y perfeccionador de la democracia, a fin de contribuir eficazmente a la rectificación de las injusticias sociales y señalar normas de más justa convivencia.
En lo económico: enseñar el aprovechamiento inteligente de los recursos naturales de su propio país y de los medios de transformación en beneficio de todos los pueblos.
En lo cívico: hacer de sus discípulos ciudadanos que sepan cumplir sus deberes y hacer uso correcto de sus derechos, como miembros de un estado americano que, por sobre todas las cosas, debe garantizar las libertades del hombre y fomentar la cooperación internacional.[15]
El maestro debe tener sólidas convicciones morales que le permitan activar en todos los momentos de su vida en correspondencia con los ideales más progresista y justos del desarrollo social.
El amor hacia los niños y jóvenes es una cualidad esencial del maestro. Un buen maestro sabe penetrar en el mundo interior del alumno, conocer sus problemas, sus éxitos e intereses, sus dificultades y fracasos y ayudarle a resolver los mismos. Cualquier manipulación de la vida profesional del alumno repercute en su actividad docente y en este sentido el maestro debe penetrar en la vida espiritual del alumno y eso se logra dándole cariño y amor. Recordemos a Martí cuando expresó “la enseñanza ¿Quién no la sabe, es ante todo una obra de infinito amor”.[16]
El educador debe amar su profesión y la misma se manifiesta en el interés, en la satisfacción por la actividad pedagógica, la necesidad de perfeccionar su labor sin reparar en el tiempo que requiera para ellos, además es consciente de que tanto la preparación como la realización de todas sus tareas, docentes exigen de una dedicación sin límites. El maestro se caracteriza además por su perseverancia, la sencillez la decisión, el dominio de si mismo y la firmeza de principios.

CAPACIDAD PEDAGOGICA

Las capacidades pedagógicas constituyen propiedades individuales de la personalidad del maestro que le dan posibilidad para aplicar con la mayor efectividad los principios generales de la enseñanza y la educación en la actividad pedagógica.

Estas capacidades se clasifican del siguiente modo.

Capacidad académica: Se caracteriza porque el educador posee amplios y profundos conocimientos de la disciplina que imparte. Estos significa la comprensión consciente de determinados contenidos y la capacidad para aplicar los conocimientos a nuevas situaciones.

Capacidad didáctica: Esta capacidad se refiere a la habilidad del educador para elaborar exitosamente los métodos a través de los cuales trasmitirá los conocimientos y para la formación y desarrollo de los hábitos y las habilidades, teniendo en cuenta las leyes generales del proceso de enseñanza aprendizaje. El educador que posea capacidad didáctica debe hacer comprensible el material docente y convertir, los problemas más difíciles en claros y accesibles; y a los alumnos esta conversión de lo comprensible en asimilable, es lo que permite al educador estimular a sus alumnos en el interés hacia el estudio.
La capacidad didáctica no es sólo una característica de educador sino también un aspecto importante de su maestría pedagógica. Cuando señalamos que el maestro sabe hacer comprensible el material docente nos referimos a que conoce las peculiaridades individuales y pueden determinar qué saben sus alumnos, qué no conocen todavía.

Capacidad perceptiva: Consiste en la adecuada observación y comprensión de todos los fenómenos psíquicos del educando, esto es, en conocer su personalidad para poder influir favorablemente en le proceso de su formación.

Capacidad expresiva o de lenguaje: Se refiere a la capacidad de expresar de manera clara, preciso y exacta, las ideas, los conocimiento y los sentimientos por medio del lenguaje, la mímica y los gestos.
El maestro constituye un modelo en el uso correcto del lenguaje para poder exigir de los alumnos una expresión adecuada.

Capacidad organizativa: Es la capacidad para crear un colectivo infantil cohesionado e influir animo en la solución de las tareas. Pero, para organizar el colectivo escolar, es necesario que el mismo maestro sea ejemplo de organización personal lo que exige una planificación adecuada y un autocontrol de su propio trabajo. Esta capacidad se expresa, además, en la habilidad para distribuir racionalmente el trabajo.
Capacidad comunicativa: Es aquella cuyo fin es relacionarse con los alumnos y saber establecer, desde el punto de vista pedagógico, una adecuada comunicación con ellos en diferentes situaciones y momentos; algunos psicólogos denominan “Tacto Pedagógico” a esta actividad.
Capacidad para mantener la autoridad: El educador tiene prestigio y autoridad cuando ejerce una influencia emocional favorable y constante en sus alumnos, posee sólidas convicciones ideológicas y dominan con exactitud los conocimientos. Unicamente con la presencia de estos tres factores se logra una verdadera autoridad. Cuando se utiliza otros recursos (tono de voz alto, sermones, castigo, etc), la autoridad se impone por la fuerza y carece, por tanto de valor pedagógico.
La falta de autoridad y prestigio del educador engendra formas negativas de conducta y una actitud desfavorable hacia el trabajo.
La capacidad para mantener la autoridad está condicionada además por otras cualidades de la personalidad del educador, de las cuales las más importantes son: Ser consecuente, justo, exigente y capaz de autocontrolarse.
Capacidad creadora: Consiste en que el educador sepa prever cuales serán los resultados de su trabajo y cuál será la actuación de sus alumnos en diferentes situaciones, constituye por tanto una condición para planificar y guiar el proceso de formación de la personalidad de los educadores. La profesora Marta Martínez afirma “ El maestro, por esencia es creador. Ello quiere decir que cada clase es un acto creativo, nuevo porque depende de las características del momento, de los estudiantes, les dicta pautas para que ellos puedan aprender y formar sus convicciones en cada momento”.[17]
Capacidad relacionada con algunas particularidades de la atención pedagógica e individual

El trabajo pedagógico supone un adecuado desarrollo de algunas cualidades indispensables de la atención: la concentración, la estabilidad y la distribución de la atención.

La concentración es la cualidad que permita dirigir la atención hacia un objeto o actividad determinada, haciendo abstracción de todo lo demás.

La estabilidad se caracteriza por mantener orientada y concentrada la atención durante un tiempo prolongado.

La Distribución de la atención posibilita realizar diversas acciones simultáneas, siempre y cuando se domine el contenido de cada una de ellas y se ejecuten de modo automático.
Estas tres propiedades están muy relacionadas entre si, y en su conjunto permitan que el educador pueda hacer un trabajo eficiente con el grupo de alumnos y considerar sus particularidades.
Además de las cualidades y capacidades de la educación, es preciso destacar las características relacionadas con el temperamento y la apariencia personal.

El Temperamento es una combinación de las propiedades del sistema nervioso y se manifiesta en los sentimientos, las emociones y la actividad.

La apariencia personal del maestro rebasa el marco de la escuela y depende de su cultura, su educación formal y su conducta moral.
Todas estas cualidades, capacidades pedagógicas y características de la personalidad del maestro que se han analizado, están estrechamente relacionadas entre sí y se desarrollan y manifiestan simultáneamente.

Funciones del maestro.

Para analizar la actividad pedagógica sería superficial solo mencionar las cualidades de un buen maestro, al interpretar la actividad pedagógica como sistema, como un conjunto de acciones encaminadas al logro de un determinado objetivo se pone de manifiesto en primer lugar la compresión de la actividad como un sistema funcional.
Al determinar las principales funciones de la actividad pedagógica, entenderemos por tales aquéllos efecto de la actividad que satisfacen necesidades, objetivamente existente de vital importancia e indispensable para la conservación y desarrollo del proceso pedagógico. Las funciones principales son las siguientes.[18]
Instructiva-Informativa

Constituyen el momento de partida imprescindible en la actividad del maestro y en cuya realización se basa asimilación consciente del contenido de la enseñanza de los medios y métodos para el estudio y transformación de la realidad entre otros.
Función educativa

Está presente en todo momento de la actividad y se desarrollo en el proceso pedagógico. Esta abarca la transformación del estudiante de forma integral y multifacético.
Función orientadora

En esta se resume y garantiza la creación de las relaciones activas y las valoraciones sociales de los estudiantes hacia el mundo que lo rodea, así como la orientación científica de la concepción del mundo, en las ideas revolucionarias y patrióticas de su pueblo.
Función desarrolladora

Expresa no solo las relaciones hacia la orientación del alumno como sujeto activo en el proceso pedagógico, sino además el desarrollo al máximo de las potencialidades creadoras y capacidades de los estudiantes.
Función cognoscitiva – investigativa.

Expresado en la búsqueda de las regularidades y manifestaciones presentes en la actividad pedagógica en la interacción de sus diversos componente en especial en el proceso pedagógico, que permitan su optimización y dirección científica. Incluye, además, la valoración de las condiciones y resultados de la actividad en correspondencia con los objetivos, así como el auto perfeccionamiento y auto instrucción de la labor del maestro.
Función Movilizadora

Se releva en la formación en los estudiantes de las relaciones hacia el estudio el trabajo de los motivos de la conducta y la creatividad.
En la determinación de los componentes estructurales es necesario esclarecer la estructura de los procesos y mecanismo formados dinámicamente en dependencia de la situación que permiten el cumplimiento de estas funciones. Para ello, habría que detenerse en los componentes funcionales de la actividad educativa del maestro y las habilidades profesionales que la deben caracterizar teniendo en cuenta ante todo, su carácter creador.

Los componentes funcionales de la actividad del maestro [19]

La actividad de preparación y planificación.
La actividad organizativa ejecutora
La actividad comunicativa
La actividad investigativa.

La actividad de Preparación y Planificación

Abarca la selección, el ordenamiento y la planificación de la enseñanza, se apoya para su ejecución en los programas, bibliografía científica, libros de textos, orientaciones metodológicas y otros materiales. La organización de todo el proceso de enseñanza y de cada clase comienza con la planificación, lo que significa proyección de la futura actividad del maestro, la misma abarca el curso escolar, cada unidad y cada clase. La actividad de planificación, abarca por una parte el contenido de la futura actividad, la previsión de la forma de acción, las acciones que realizará tanto el maestro como los alumnos. Muchas de las dificultades del maestro se producen por las deficiencias en la preparación y la planificación.
La actividad de preparación no puede abarcar únicamente el plan de clase, esta actividad cuenta con la preparación que realice el maestro antes de ejecutar la clase, lo que se propone lograr, la forma que orientará al alumno hacia los objetivos consolidar y comprobar los conocimientos. La preparación de la clase constituye el centro de la actividad de preparación y planificación.
El maestro no debe solo planificar y analizar su clase desde el punto de vista del conocimiento que tenga del contenido, sino además debe tener en cuenta todos los aspectos que le garanticen el desarrollo sistemático de sus alumnos.

La actividad organizativa ejecutara:

La misma hace posible la realización de lo proyectado la organización de la actividad sustentada por el conocimiento profundo de la realidad y el asegura el conocimiento de las condiciones para su realización garantiza la efectividad de la actividad pedagógica.
La organización de la actividad pedagógica está en estrecha relación con lo que hayamos planificado, esto significa tomar todas las medidas que permitan llevar a vía de hecho lo proyectado. La organización de la actividad influye decisiva en la formación de hábitos correctos en los alumnos, en la creación de motivos y en el desarrollo de la atención de los alumnos durante el aprendizaje. La búsqueda de medios de enseñanza y tareas adecuadas, la determinación, no solo de la actividad, sino de la forma en que se realizará, teniendo en cuenta el rendimiento individual. conducen al logro de los objetivos propuestos.

Actividad comunicativa: Surge a partir de la propia esencia del proceso pedagógico, es decir la actividad conjunta del maestro con los alumnos y sus éxitos están determinados por la relación entre ambos, la misma gana en calidad, en la medida que sea positiva basada en el respeto y cariño mutuo. La buena planificación y organización del proceso docente influye positivamente en la relación profesor alumno.
El alumno observa y valora constantemente el estilo del trabajo del maestro. Además de que este puede provocar en el una reacción positiva o negativa en el proceso de asimilación resulta un factor determinante en las relaciones que se deben establecer en el proceso docente y en la imagen que de su maestro se forman los alumnos.
En esencia, la comunicación significa la ejecución de todo lo proyectado y organizado y debe reflejar la solidez de los conocimientos y preparación general del maestro en todos los aspectos que se requieren para la labor docente educativa.

La actividad investigativa: El maestro debe dominar los métodos de la investigación científica de esa manera resolver activamente de forma creadora los problemas que surjan en el proceso de la formación de la futura generación; es además un investigador por excelencia, debe indagar constantemente buscar las soluciones más adecuada para la perfección de proceso docente educativo.
Para concluir el análisis de la estructura de la actividad del maestro, resulta necesario destacar que esta es dinámica. Ella se transforma según se formen las capacidades pedagógicas, se desarrolla la maestría y se adquiere mayor experiencia docente.
El éxito de educación y la enseñanza depende de la efectividad del trabajo de quien directamente organiza el proceso pedagógico y lo dirige: el maestro. Es por ello, que todos los elementos de la actividad pedagógica deben servir al maestro y proporcionarle los medios necesarios para el desarrollo del trabajo con los alumnos.
Este trabajo adquiere en cada uno de sus momentos características diferentes , lo que determina la diversidad de situaciones que tiene que enfrentar , que no puede ser un simple ejecutor de indicaciones y recomendaciones , sino un creador del proceso pedagógico , pero a la vez necesita de valerse del conocimiento de las regularidades de dicho proceso y de las experiencias que la sociedad ha acumulado para enfrentar situaciones semejantes .
Para lograr desarrollar su actividad, el maestro debe poseer una serie de habilidades de orden profesional que requiere de una alta cultura y multilateralidad en el análisis de los fenómenos. ¿ Qué habilidades se requieren del maestro.? Investigaciones realizadas en el Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona“ han demostrado que para lograr sus objetivos el maestro debe: Poseer un dominio profundo de la ciencia que explica y la aplicación de una metodología que le permita elevarse a partir de ese propio conocimiento científico a un nivel conceptual del mundo del que emanen los argumentos y explicaciones que le permiten demostrar al alumno esas verdades actuales, como se han logrado y qué hay que hacer para mantenerlos en función del desarrollo de todas las facetas de su personalidad.
Tratar de formar aplicando recetas es una práctica aplicando recetas es una práctica nociva porque ‘precisamente está vacía de contenido ya que la valoración , como forma del reflejo de la realidad , proceso o fenómeno de la conciencia humana , está condicionada por el objeto de reflejo, quiere decir que la naturaleza reflexiva del valor supone la interrelación de sensaciones , percepciones , representaciones , vivencias , estados de ánimo, sentimientos con formas propiamente intelectuales como conceptos , juicios y otras .
De ello se deriva que existe una condición inmanente cognoscitivo –valorativa en las emociones, por tanto, si la valoración constituye la concientización de la significación del objeto para el sujeto, la asimilación de las relaciones o la relación entre las necesidades propias y las cualidades de los objetos que la satisfacen, el acto de comprensión del valor debe tener presente, necesariamente, la compresión de la esencia humana de las cosas, de su significación para el hombre.
Es por ello que las habilidades profesionales del maestro en esa dirección se orienten a la argumentación, análisis y a veces, ejecución práctica y orientación de la misma, para, a partir de ello, y sólo de ello aparecer como una manifestación concreta de la correlación de lo valorativo, lo práctico y lo cognoscitivo en la actividad humana.
Dicho de otra forma, la educación intelectual sería vacía si no se educan los sentimientos, pero estos no se pueden educar al margen de la comprensión profunda de la realidad, de los fenómenos de sus raíces, de la transmisión de los valores universales de la cultura y de los nuestros en particular.
Valores que debe tener un maestro para lograr que florezcan en sus estudiantes aquellos que la sociedad necesita que lo hacen ser ejemplo.
· Tener una conducta moral inmaculada.
· Voluntad para ser flexible, para ser directo o indirecto según lo exija la situación .
· Aptitud para percibir el mundo desde el punto de vista del estudiante.
· Espíritu autodidacta.
· Aptitud para personalizar su enseñanza.
· Voluntad para experimentar, para ensayar cosa nuevas.
· Pericia para hacer preguntas.
· Conocimiento de la asignatura y de otras áreas.
· Reflejar una actitud apreciativa y no autoritaria hacia loa alumnos porque les tiene amor .
· Utilizar un lenguaje coloquial.

Todo lo anterior pone de manifiesto el carácter complejo de la actividad del maestro la cual ha de estar en estrecha relación con su formación profesional y su ética pedagógica.[20]

La ética pedagógica, rama de ética que estudia la moral pedagógica, considera que estas normas morales se manifiestan durante el desarrollo del proceso docente educativo, actúan como reguladores de sus contradicciones y por ello, como ciencia filosófica , debe analizar el proceso docente educativo y el trabajo pedagógico como un esfera especial de la actividad social , debe determinar el papel de las relaciones morales en el proceso de formación de la nueva personalidad y debe inculcar a los maestros las normas de conducta adecuada para el ejercicio de la profesión .

El conocimiento de lo principios y normas que caracterizan esta ética pedagógica deviene fundamental en nuestras manos y la forma en que nos apropiamos de ellos dependerá tanto del dominio teórico que se tenga de ellas así como de la práctica diaria y consecuente, de nuestros esfuerzos personales, del papel que desempeñamos dentro del colectivo pedagógico estudiantil, de las organizaciones políticos – sociales de la comunidad. Dentro de la ética pedagógica todos los factores se interrelacionan en tres núcleos o componentes básicos: nuestra actitud ante el trabajo , ante los educandos y ante la sociedad.

“Nuestro prestigio dimana, ante todo, de la ejemplaridad en el cumplimiento de los deberes en todos los frentes en que laboramos los educadores.

El acatamiento de los principios y normas de la ética pedagógica constituye fundamento y orientación de la proyección práctica cotidiana de cada uno de nosotros

El destacado pedagogo cubano Manuel Valdez Rodríguez señalaba “La cortesía, el cumplimiento de los deberes sociales el espíritu de rectitud empleado benévolamente con lo demás , todas esas virtudes ha de cultivar el maestro “.[21]

Principios de ética pedagógica que deben ser tomados en consideración por los educadores

La actitud del maestro ante su labor
En el cumplimiento diario de nuestra labor debemos:
Constituir un ejemplo en la asistencia y puntualidad a todas las actividades en las que debemos participar, así como en el aprovechamiento máximo de la jornada laboral.

Lograr la calidad requerida en el nivel de organización escolar de cada centro, en la planificación de todos los recursos materiales y humanos; en la preparación de cada clase y su correspondiente ejecución en el cumplimiento profundo y medular planes y programas en la utilización óptima de los medios de enseñanza y demás recursos que el Estado ha puesto a nuestra disposición , así como en su cuidado y conservación .
La calidad abarca todas las direcciones de trabajo y se refleja en los resultados. El punto de partida fundamental para su logro lo constituye el nivel de auto exigencia que se tenga con la autopreparación política ideológica; elevar cada curso nuestro nivel teórico, concretando en cada especialidad y luchar tesoneramente para su aplicación práctica.
Así mismo, hay que cumplir con calidad los objetivos de la educación y formar en cada estudiante profundas convicciones, conocimientos sólidos de amor hacia el pueblo, hacia la clase obrera y clara conciencia de su compromiso con la sociedad en que vive y que ha de ayudar a desarrollar con su trabajo e inteligencia . Por lo tanto, todo lo que realizamos los educadores repercute favorable o desfavorablemente en la calidad de educación.
Debemos de ser modelos en el desarrollo de los rasgos volitivos y emocionales que deben caracterizar la labor del educador; firmeza, iniciativa, organización, independencia, constancia, tenacidad optimismo, equilibrio emocional seguridad en sí mismo entre cualidades positivas.
- Ser exigente en las evaluaciones y otorgar siempre las calificaciones en rigurosa correspondencia con la preparación de los alumnos.
- Prestar especial atención al cuido, orden y limpieza del puesto de trabajo y no ingerir alimentos ni fumar en el aula.
- Poseer una presencia agradable, caracterizada por la pulcritud corrección y sencillez adecuada a nuestro tipo de profesión.

DE LA ACTITUD MORAL DEL MAESTRO EN SU CENTRO DE TRABAJO.
Como miembro de un colectivo pedagógico el maestro debe:
a) En las relaciones con los estudiantes
- Impartir buenas clases y contribuir a la adecuada adquisición de conocimientos y desarrollo de habilidades así como a la formación de convicciones humanas y propiciar a que las relaciones entre maestros y alumnos se enmarquen en la debida autoridad y respeto que requiere la actividad docente.
- Promover en los alumnos la auto exigencia, el amor al estudio y al trabajo, el afán por la autopreparación.
- Promover en los alumnos los principios revolucionarios éticos, estéticos a través de la palabra y el ejemplo; utilizar para ello un lenguaje claro, sencillo , comprensible así como erradicar cualquier expresión vulgar o de mal gusto , exceso de confianza , no hablar nunca a distancia y utilizar un tono de voz moderado.
- Ser honesto y justo en las valoraciones que emitamos sobre nuestros alumnos, caracterizados por el tacto pedagógico y la ausencia de favoritismo.
- Combatir todo tipo de fraude entre los estudiantes, así como evitar aprovechar, en beneficio personal, la influencia efectiva sobre los escolares. Por tal razón no debemos aceptar obsequios valiosos que pueda pretender crear compromisos que afectan el cabal cumplimiento de los principios de ética profesional.

- Evitar hacer comentarios con los alumnos de otros estudiantes, personal docente o dirigente educacional, tendente a disminuir su prestigio o autoridad y dirigir debidamente a los estudiantes si se le formulan opiniones de ese tipo.
b) En las relaciones con el colectivo de trabajadores debemos:
§ Mantener adecuados relaciones sociales de trabajo , tener un trato cortés y camaraderil con nuestros compañeros y del ejemplo solidaridad humana.
§ Combatir toda manifestación de amiguismo.
§ Hacer cada vez un mejor uso de la crítica y la autocrítica en el lugar y momento oportuno y analizar siempre las causas que originan las deficiencias, los incumplimientos para evitar actuar con ligereza o subjetivismo.

§ Divulgar la experiencia pedagógica de avanzada y contribuir al desarrollo de los compañeros con menos experiencias o solicitar modestamente la ayuda de los más capacitado.
§ Evitar emitir opiniones irreflexivas o incorrectas que puedan dañar el prestigio de los compañeros de profesión o de la institución en que trabajamos.

§ Combatir cualquier manifestación de deshonestidad ante el proceso de evaluación (fraude, facilísmo, promocionismo entre los docentes o estudiantes).
c) Con las organizaciones políticas y de masas y estudiantiles.

§ Participar con entusiasmo en las reuniones y asambleas de estas organizaciones y procurar que nuestras intervenciones contribuyan a elevar el nivel de desarrollo político – ideológico, científico o metodológico del colectivo .

§ Mantener una actitud crítica y autocrítica correcta en las reuniones de acuerdo con nuestros puntos de vista y normas de educación formal y dar muestras de auto control y educación, aunque estemos en desacuerdo con lo que se opina y tengamos necesidad de combatirlo.
Con los padres y otros familiares de los estudiantes.
§ Usar el tacto debido para establecer las relaciones necesarias con los padres, cuidar el tono y el matiz de los pases que utilizamos con ellos.
§ Realizar un tratamiento diferenciado con los padres; luchar porque estos eliminen o varíen criterios pedagógicos equivocados y mantener una posición autocrítica ante los señalamientos que hagan de modo que estos contribuyan a elevar la calidad de nuestro profesional
§ Atender de forma correcta a toda persona que lo solicite, sin mostrar prisa o indiferencia hacia sus inquietudes y planteamientos.

De la actitud moral del maestro ante la sociedad
En el seno de la sociedad el maestro debe ser ejemplo digno de imitar:
Al poseer un trato cortes y respetuoso con todos, incluyendo los vecinos.
§ Cumplir con nuestras obligaciones sociales y con las organizaciones de masas.
§ Garantizar que nuestras relaciones familiares se caractericen por la exigencia en el hogar, el cumplimiento de las normas de educación; la educación de nuestros hijos, así como todas las actuaciones que contribuyan a elevar nuestro prestigio en la sociedad.

§ Contribuir con nuestra conducta correcta al control y buen comportamiento de otras personas, así como a velar por el cuido la propiedad social y evitar cualquier conducta que menoscabe nuestro prestigio.


Carta a un maestro
Pablo Latapí

Creo que maestro tiene, como la luna, su cara luminosa y su cara oscura. En la vida casi todo es así, no hay nada tan malo que no tenga algo de bueno al revés. Lo que importa es ser consciente de todo, luces y sombras, para que nada nos tome desprevenidos y sobre aviso no haya engaño. No ahogo por una actitud estoica ante las ambivalencias de la vida ni mucho menos por la resignación; más bien por una actitud realista que relativice lo negativo y valores sin fantasías lo positivo, creo que por ahí va eso que llaman madurez.
El lado oscuro de la luna lo conoce bien. Es el bajo sueldo y, más a fondo, lo que ese sueldo significa: el poco reconocimiento social hacia el maestro. Esto duele; lo percibes todos los días y te acompaña como mala sombra; a veces alguien te ve de arriba a abajo; mucha gente no valora ni lo que estudiaste ni lo que haces. El lado oscuro son también los escasos recursos con que cuentas para realizar tu tareas y la poca atención que les mereces a las autoridades. Fuera del libro de texto y el gis, casi no cuentas con nada; estás librado a tu imaginación.
Hay, además, corrupción en el medio magisterial; reglas del juego poco edificantes que tienes que aceptar; a veces manipulación, abuso y un doble lenguaje que molesta. Hay también- aunque no es privativo de tu profesión-rivalidades, murmuraciones, envidias y zancadillas de algunos compañeros. Entre todo esto hay que caminar, como equilibrista sobre la cuerda de floja.
Júntale a todo lo anterior la pobreza de los alumnos que le dificulta tanto aprender; la testarudez, indisciplina y rebeldía de algunos muchachos en el aula; la ignorancia, a veces, de los padres de familia que no saben estimularlo ni corregirlos, y la maledicencia, que nunca falta la comunidad. Para ganarte la atención de los chicos tienes que competir con la “tele”, los videos y los cantantes de moda, en batalla que están perdidas de antemano; y, como colofón, se te culpa no sólo de los alumnos no aprendan, sino de todos los males del sistema educativo. Decididamente, el lado oscuro es más bien negro, de tantas dificultades y problemas que tiene la profesión.
¿ Qué pondremos en el lado luminoso? Yo fui maestro por varios años (un tiempo quizá demasiado corto para tanto como ahora hablo sobre la educación) y recuerdo siempre tres cosas que me parecen hermosas y hoy añoro.
La primera es la experiencia de “ver aprender”; suena curioso decirlo así pero no hallo otra manera. Aunque daba clases en una secundaria, por una circunstancia excepcional me tocó en unas vacaciones enseñar a leer a varios niños, en otra época posterior enseñe también a leer a un grupo de campesino adultos(uno de ellos, don José, de 76 año por cierto). El momento en que las letras se convierten palabras y éstas en pensamientos es como un chispazo estremece al niño y el adulto por igual: en ese momento el niño sonríe y una sonrisa es expresión de triunfo, gozo de descubrimientos y juego ganador; comprobación de que “ no era tan difícil” y extraña sensación de descubrir que el pensamiento está escondido en los garabatos del papel. Yo simplemente lloré cuando Don José dijo esa tarde:” Ya se leer; ya soy gente de razón”, soltando un orgullo reprimido por setenta años.
Ver leer aprender, presenciarlo, más como testigo que como actor, es la satisfacción fundamental de quien en tanto en enseñar, que acabamos contemplamos cómo enseñamos en vez de disfrutar el milagro continuo de los que aprenden. Ver aprenden es ver crecer y madurar a los niños y jóvenes, comprobar que adquieren capacidades que no tenían, que hablan mejor, que juzgan por sí mismo y que van saliendo adelante.

Mi segundo recuerdo se liga a la formación de carácter de mis alumnos adolescentes. Siempre consideró esto tan importante o más que el que aprendieran conocimientos. Una vez el grupo de tercero de secundaria debía organizar una serie de festejo y el director me encargó coordinar las actividades. Propuse a la clase que tomáramos esa experiencia como una ocasión para que cada uno conociese mejor sus cualidades y sus defectos y la manera como los demás los percibían. Establecimos por consenso los “criterios de evaluación” (compañerismo, creatividad, eficiencia, ya no recuerdo, eran como diez) y después de los festejos el grupo evaluó a cada alumno a la luz de eso criterios. Hoy, muchos años después. Cuando me encuentro a algunos de aquellos muchachos, me dicen: “ Maestro”, esa experiencia fue para mí definitiva; ahí empecé a conocerme de veras: fue estupendo.
Ser maestro o es ser invitado, en ciertos momentos privilegiados, a entrar al alma de un chico o una chica y ayudarle a encontrarse, afirmar paulatinamente su carácter, a descubrir sus emociones, quizás a superar sus temores y angustias. Y para muchos alumnos el maestro o la maestra son lo único apoyos con que cuentan.
El tercer recuerdo de esos años, que hoy evoco con nostalgia, es que el contacto cotidiano con los alumnos me mantenía joven. Tus alumnos te obligan a estar enterado de cuanto pasa; te bombardean con preguntas; te pone en órbita; de todo tienes que saber; acaban enseñándote más que tú a ellos. Esto es bonito: ser maestro es seguir creciendo.
Evoco hoy estos recuerdos que son, para mí, algunos atisbos del lado luminoso de la Luna. Otros maestros, tú mismo, añadirás mas luces con el lenguaje insustituible de tu experiencia vivida.
Si en el balance final las luces son más poderosas que la sombra no lo sé. Es cosa de vocación, de inclinación interior, de proyecto de vida. O quizá de amor. Y digo la palabra sin ruborizarme porque creo que la profesión de maestro se emparienta con la paternidad y ésta o es amor o no es nada. Todo hijo causa muchos problemas, desde los biberones y pañales, pasando por los médicos, hasta los inevitables desencuentros de la adolescencia, pero ningún padre ni ninguna madre pone en duda en cada hijo las luces superan a las sombras. Si tienes vocación de maestro, concluyo, creo que tú también opinará, sin grandilocuencias ni idealizaciones, que la Luna es, decididamente, luminosa y bella.

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[1] Diccionario Enciclopédico Hispanoamericano Tomo XIII. Editorial Cinton Mars. N. Y 1986 pág 94.
[2] Aguayo, A.M. : Filosofía y Nuevas Orientaciones de la educación. Ed. Cultura S.A, Habana, 1952, Pág. 93.
[3] Castro, Ruz. F.: La Educación en la Revolución, discurso 17/6/62, Instituto Cubano del Libro Habana 1975, p 86.
[3] Aguayo, A.M, op. cit, pag. 94

[5] Castro, Ruz, F.: Discurso en la graduación del destacamento pedagógico “ Manuel Ascunce Domenesch 7/7/81. ” Folleto. Edit MINED. Habana 1981.

[6]Gaviria, N.: Filosofía de la educación, Medellin ,Colombia. 1963, p. 161.

[7]Valdéz, M.: El Maestro y la Educación Popular. Cuaderno de Cultura Novena serie. Ed. Ministerio de educación y Cultura, La Habana, 1950, p. 37.

[8]Comenio, J. A.: Didáctica Magna. Ed. Pueblo y Educación. Habana, 1981, p. 66

[9]Pupo, R.: La actividad como categoría filosófica. Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1990, p. 27

[10] García, L.: Los retos del cambio educativo Ed. Pueblo y Educación, Habana, 1996, p 7.
[11]Aguayo, A. M: Obra Citada. P. 83
[12]MINED (1983) VII Seminario Nacional dirigentes metodólogos e inspectores de las direcciones provinciales y municipales 1ra. Parte. Ed. MINED, La Habana pág. 80-82.
[13]García, G.: La formación de valores en las nuevas generaciones, Ed. Ciencias sociales, La Habana 1996 pág. 60-61.

[14]García, G.: La formación de valores en las nuevas generaciones, Ed. Ciencias sociales, La Habana 1996 pág. 60-61.

[15] Seminario regional.: Carta del Maestro latinoamericano, Ed. UNESCO – material elaborado por el IPLAC. Habana 1997.
[16] Martí ,J.: Ideario Pedagógico. Imprenta Nacional de Cuba . La Habana, 1961.

[17] Martinez, M.: Filosofía de la Educación. Material elaborado por el I.P.L.A.C. La Habana, 1997.

[18] García, L et al. Op. Cit. pp 17-19

[19] Martínez Llantada, M.: obra citada . pag 13-15

[20] Véase. Etica Pedagógica. MINED, Habana. 1986 y de Mai Lois, J. , González Pérez M.: Etica Pedagógica. Edit. Pueblo y educación. Habana, 1989


[21]Valdez , M (1950) El maetro y la educación popular, Cuaderno de Cultura,. Ed. Ministerio Educación y Cultura,,pp. 37

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