viernes, 26 de octubre de 2007

JEAN PIAGET Y LA PEDAGOGÍA OPERATORIA

TERESA SANZ
ROBERTO CORRAL


Jean Piaget (1896-1980), psicólogo suizo, fundador de la escuela de Epistemología Genética es una de las figuras más prestigiosas y relevantes de la psicología del siglo XX. Autor de numerosas obras, entre ellas, El nacimiento de la inteligencia, El juicio moral en el niño. Génesis de las estructuras lógicas elementales, De la lógica del niño a la lógica del adolescente, Psicología y Pedagogía y otras, su fecundo y fructífero trabajo se extiende a todos los campos de la psicología y más específicamente, a la psicología infantil y el desarrollo intelectal. Sus objetivos, formulados con notable precisión, consistían en primer lugar en descubrir y explicar las formas más elementales del pensamiento humano desde sus orígenes, y segundo, seguir su desarrollo ontogenético hasta los niveles de mayor elaboración y alcance, identificados por él con el pensamiento científico en los términos de la lógica formal.

Para lograr estos objetivos, Piaget partió de modelos básicamente biológicos, aunque su sistema de ideas se relaciona de igual forma con la filosofía -en especial con la teoría del conocimiento- y con otras ciencias, como la lógica y la matemática. Así se explica la denominación de epistemología a esta corriente en el sentido de que enfatiza el propósito principal; comprender cómo el hombre alcanza un conocimiento objetivo de la realidad, a partir de las estructuras más elementales presentes desde su infancia.

Los aspectos principales del esquema piagetiano pudieran resumirse en las siguientes ideas:

- La categoría fundamental para comprender la relación entre un sistema vivo y su ambiente es el equilibrio. En un medio altamente cambiante, cualquier organismo vivo debe producir modificaciones tanto de su conducta (adaptación) como de su estructura interna (organización) para permanecer estable y no desaparecer. Esta característica vital no sólo se corresponde con la existencia biológica, sino que es igualmente aplicable a los procesos de conocimiento, considerados por tanto como procesos que tienden al equilibrio más efectivo entre el hombre y su medio.

- La relación causal entre estos dos tipos de modificaciones (conducta externa y estructura interna) se produce a partir de las acciones externas con objetos que ejecuta el niño, las cuales mediante un proceso de interiorización, se transforman paulatinamente en estructuras intelectuales internas, ideales. El proceso de interiorización de esas estructuras, Piaget lo explica a través de la elaboración de una teoría del desarrollo intelectual en la cual lo divide en tres grandes períodos: inteligencia sensorio-motriz, período de preparación y organización de las operaciones concretas y período del pensamiento lógico-formal.

La inteligencia sensorio-motriz que comienza con el nacimiento a partir de los reflejos incondicionados, es inmediata, pues trata directamente con los objetos y su tendencia es el éxito de la acción. Este período culmina alrededor de los dos años, y da paso a la preparación y surgimiento posterior de las operaciones concretas, que implica un nivel cualitativamente superior en el desarrollo de las estructuras intelectuales.

Este segundo período del desarrollo intelectual Piaget lo subdivide en dos grandes momentos: el subperíodo de preparación de las operaciones concretas (pensamiento preoperatorio), y el subperíodo de las operaciones concretas (pensamiento operatorio concreto).

El pensamiento preoperatorio abarca desde los dos hasta los siete años aproximadamente, y se caracteriza por ser un pensamiento preconceptual, intuitivo, egocéntrico, muy influido por la percepción y donde el niño se encuentra todavía centrado en su punto de vista.

El pensamiento operatorio concreto comprende desde los siete u ocho años hasta los once o doce años, y conlleva un importante avance en el desarrollo del pensamiento infantil. Aparecen por primera vez operaciones mentales, aunque referidas o ligadas a objetos concretos. Entre las principales operaciones comprendidas en este estadio, Piaget señala la clasificación, la seriación, la conservación, y otras.

Estas estructuras lógicas se van haciendo cada vez más complejas hasta culminar a los quince o dieciséis años, con el desarrollo de estructuras lógicas formales o pensamiento lógico-formal, el cual se caracteriza por ser un pensamiento hipotético-deductivo que le permite al sujeto llegar a deducciones a partir de hipótesis enunciadas verbalmente, y que son, según Piaget, las más adecuadas para interactuar e interpretar la realidad objetiva. Estas estructuras lógico-formales resumen las operaciones que le permiten al hombre construir, de manera efectiva, su realidad. Todo conocimiento es por tanto, una construcción activa por el sujeto de estructuras operacionales internas.

- Piaget no limita su concepción al desarrollo intelectual, sino que extiende la explicación a las demás áreas de la personalidad (afectiva, moral, motivacional) pero basándola en la formación de las estructuras operatorias. El desarrollo intelectual es la premisa y origen de toda personalidad.

- Por último, la formación de estas estructuras durante la ontogenia son un efecto de la maduración natural y espontánea, con poco o ningún efecto de los factores sociales, incluida la educación. El complemento de una estructura primitiva a partir de las acciones externas constituye la causa necesaria de la formación de estructuras superiores, que se producirán de manera inevitable como expresión de la maduración intelectual similar a la biológica. La sabiduría de cualquier sistema de enseñanza consistiría en no entorpecer y facilitar el proceso natural de adquisición y consolidación de las operaciones intelectuales.

La obra de Piaget, si bien ha recibido críticas por su marcada influencia de la biología y la lógica que limitan una real y completa interpretación de la psique humana, no puede, sin embargo, ser desconocida. Entre sus aportes se destacan la importancia que confiere al carácter activo del sujeto en el proceso del conocimiento, la interiorización como el mecanismo que explica la obtención del conocimiento a través del tránsito de los externo a lo interno, y la elaboración de tareas experimentales sumamente ingeniosas que se han incorporado a las técnicas actuales de diagnóstico del desarrollo y permitieron un conocimiento mayor de las regularidades del desarrollo infantil.

Aunque Piaget no le confiere un papel esencial a la enseñanza en el proceso del conocimiento humano, su teoría ha tenido y tiene aún una notable influencia en la enseñanza en distintos países del mundo. Sus aplicaciones se han realizado de forma fragmentada fundamentalmente en escuelas privadas de enseñanza preescolar y escolar que tratan de superar la enseñanza tradicional o los enfoques conductistas. Según J. H. Flavell (3) las aplicaciones de esta teoría a la educación se expresa en tres formas principales:

- Como instrumento para el diagnóstico y la evaluación del desarrollo intelectual del niño, de sus aptitudes específicas para el estudio.

- En el planeamiento de programas, es decir, en la distribución del contenido de la enseñanza entre los distintos grados en correspondencia con el nivel de desarrollo intelectual alcanzado por el niño.

- En la determinación de los métodos mediante los cuales debe enseñarse a los niños.

Como una propuesta más elaborada basada en la psicología genética de J. Piaget, surge la Pedagogía Operatoria a la cual nos referiremos a continuación. Las primeras investigaciones en este sentido se efectuaron en el Centro Internacional de Epistemología Genética en Ginebra con el objetivo de estudiar los procesos de aprendizaje. Posteriormente los trabajos realizados por B. Inhelder, colaboradora cercana de Piaget, y M. Bovet y H. Sinclair, continuadores de su teoría, enriquecieron los anteriores, mostrando la posibilidad de activar el desarrollo intelectual mediante un aprendizaje dirigido a nociones operatorias.

En la década del 70 se crea en Barcelona un equipo integrado por psicólogos, pedagogos y maestros del Instituto Municipal de Investigaciones en Psicología Aplicada a la Educación (IMIPAE) que de forma sistemática realiza investigaciones basadas en la teoría de Piaget, elaborando un método de enseñanza denominado Pedagogía Operatoria.

Esta propuesta pedagógica parte de la concepción de que el conocimiento es una construcción que realiza el individuo a través de su actividad con el medio. Sin embargo, el conocimiento de la realidad será más o menos comprensible para el sujeto en dependencia de los instrumentos intelectuales que posea, es decir, de las estructuras operatorias de su pensamiento, por lo que el objeto de la Pedagogía Operatoria es favorecer el desarrollo de estas estructuras, ayudar al niño para que construya sus propios sistemas de pensamiento. Para esto, se debe propiciar el desarrollo de la lógica de los actos del niño, de forma tal que sea el propio sujeto el que infiera el conocimiento de los objetos y fenómenos de la realidad, sin ofrecerlo como algo acabado, terminado.

En este proceso de construcción del conocimiento, la Pedagogía Operatoria le asigna un papel esencial al error que el niño comete en su interpretación de la realidad. No son considerados como falta, sino pasos necesarios en el proceso constructivo, por lo que se contribuirá a desarrollar el conocimiento en la medida en que se tenga conciencia de que los errores del niño forman parte de su interpretación del mundo.

En esta tendencia, el alumno desempeña un papel activo en el proceso de aprendizaje, ya que se entiende este como un proceso de reconstrucción en el cual, el sujeto organiza lo que se le proporciona de acuerdo con los instrumentos intelectuales que posee y de sus conocimientos anteriores.

Es necesario tener en cuenta, que según esta tendencia, los conocimientos se apoyan en determinadas operaciones intelectuales que son construidas por el individuo siguiendo procesos evolutivos, por lo que la enseñanza debe tenerlos en cuenta para poder asegurar que los conocimientos que se ofrezcan al alumno puedan ser integrados a su sistema de pensamiento; si esto no ocurre, los mismos se convertirán en inoperantes. El niño podrá llegar a realizar correctamente tareas o ejercicios escolares, pero de manera mecánica, ya que todavía no ha desarrollado las bases intelectuales que le permitan la comprensión lógica de los mismos.

El papel de la escuela en esta propuesta consiste en estimular el desarrollo de las aptitudes intelectuales del niño que le permitan el descubrimiento de los conocimientos. La enseñanza debe tener en cuenta el ritmo evolutivo del niño y organizar situaciones que favorezcan el desarrollo intelectual, afectivo y social del alumno, posibilitando el descubrimiento personal de los conocimientos y evitando la transmisión estereotipada de los mismos.

En consecuencia con esto, el profesor asume las funciones de orientador, guía o facilitador del aprendizaje, ya que a partir del conocimiento de las características psicológicas del individuo en cada período del desarrollo, debe crear las condiciones óptimas para que se produzca una interacción constructiva entre el alumno y el objeto de conocimiento. Esto lo logra observando cual es la forma de pensar del niño, y creando situaciones de contraste que originen contradicciones que el sujeto sienta como tales y que lo estimulen a dar una solución mejor. Debe de evitar, siempre que sea posible, ofrecer la solución a un problema o transmitir directamente un conocimiento, ya que esto impediría que el estudiante lo descubriese por sí mismo. Otra de sus funciones es hacer que el alumno comprenda que no sólo puede llegar a conocer a través de otros (maestros, libros), sino también por sí mismo, observando, experimentando, combinando los razonamientos.

Los trabajos de Pedagogía Operatoria, que se desarrollan de forma experimental en el IMIPAE han sido divulgados a través de los cursos de Pedagogía Operatoria brindados por especialistas de este centro, así como en numerosas publicaciones como revistas y libros.

Un aspecto valioso de esta propuesta pedagógica consiste en subrayar el carácter activo que tiene el sujeto en la obtención del conocimiento, en enfatizar que la enseñanza debe propiciar las condiciones para que el sujeto por sí mismo construya los conocimientos, evitando ofrecérselo como algo terminado. Su limitación fundamental reside, según nuestro criterio, en no comprender suficientemente el carácter desarrollador y no sólo facilitador del proceso de enseñanza, lo que reduce su rol de vía esencial para el desarrollo de sus procesos intelectuales.

Bibliografía

1. BENLLOCH, M,; R, CLEMENTS: "En torno al segundo curso de Pedagogía Operatoria", 11, Cuadernos de Pedagogía Barcelona, 1975.
2. Cuadernos de educación: "Aprendizaje y Enseñanza", en Piaget y la Pedagogía Operatoria; 97 y 98, Cuadernos de Educación, 1982.
3. Delval, J.: "La Epistemología Genética y los programas escolares", 13, Cuadernos de Pedagogía, Barcelona, 1976.
4. Flavell, J: La Psicología Evolutiva de Jean Piaget, Paidós, México, 1990.
5. Moreno, M.; G. Sastre: Aprendizaje y desarrollo intelectual, Gedisa, Barcelona, 1980.
6. Piaget, J: Psicología y Pedagogía, Ed. Ariel, Barcelona, 1971.
7. Piaget, J.; B. Inhelder: Génesis de las estructuras lógicas elementales, De la Chaux et Niestlé, Neuchatel, 1977.
8. Piaget, J.: Los estudios del desarrollo intelectual del niño y del adolescente, Ed. Revolucionaria, La Habana, 1968.
9. Piaget, J.; B. Inhelder: Psicología del niño, Ed. Morata S.A. Madrid, 1973.
10. Sastre, G.; M. Moreno: Descubrimiento y construcción de conocimientos, Gedisa, Barcelona, 1980.

domingo, 21 de octubre de 2007

EL MAESTRO


--El maestro, la actividad pedagógica: funciones y estructura de la actividad pedagógica. La ética pedagógica.
.
Y me hice maestro, que es hacerse creador

José Mart
í

AUTOR: Dr. Jesús Rguez Cotorruelo.
Profesor Auxiliar ISP Gtmo.

El concepto de maestro tiene una significación muy amplia, según el Diccionario Enciclopédico Hispanoamericano, “maestro es el que enseña una ciencia u oficio, ó tiene título para hacerlo; el que es práctico en una materia y la maneja con desembarazo”[1].
En este sentido se entiende además el hombre que esta por encima de los demás el que más sabe, maestro quiere decir respeto, sabiduría, no es tan solo quien ejerce la función docente. “También lo es - afirma el pedagogo Alfredo Miguel Aguayo – el que consciente y con un propósito determinado influye en la educación de un individuo, de un grupo de individuos y aún de la comunidad (…) en general, toda persona que se propone estimular y dirigir el pensamiento, la conducta o la vida emotiva de sus semejantes.[2] El maestro carpintero, el albañil, el maestro de cocina, el maestro de ceremonias, el filósofo, el magistrado, el estadista, el dirigente político. “A Todos nosotros, sin excepción - afirma Fidel Castro – nos corresponde el papel de enseñar, a todos nosotros sin excepción nos corresponde el papel de maestro"[3]
En el sentido estrecho de la palabra maestro es el que se dedica por los conocimientos y habilidades adquiridas de manera profesional a la actividad pedagógica. Esta consagración especial a la enseñanza fue durante muchos siglos (hasta principio de siglo XIX) la única nota o carácter distintivo del maestro profesional. Era creencia general que para ser maestro bastaba un poco de buena voluntad y una instrucción por lo menos igual a la que debía impartirse a los alumnos. “Maestro, en la acepción estricta del vocablo es hoy el que se dedica a la educación y a la enseñanza y a este fin domina, no solo los conocimientos y habilidades que ha de transmitir a sus alumnos, sino la ciencia y el arte de la educación”[4]
Al maestro hay que concebirlo, en los momentos actuales, no con métodos artesanales o rudimentarios frente a un aula, sino “como una personalidad capaz, - señala Fidel - de orientarse independientemente, como un intelectual revolucionario que toma partido ante los problemas y plantea soluciones desde el punto de vista de la ciencia y de nuestros intereses de clase. Todo ello requiere de mucho estudio, de un alto nivel ideológico, de un alto nivel cognoscitivo y de desarrollo de las habilidades profesionales”.[5]
Por mucha riqueza que tenga un país su mayor riqueza siempre lo será su población, el capital humano constituye la verdadera riqueza de cualquier país, este capital humano depende del nivel cultural que tenga una nación, de la escolarización de la misma y … la escuela vale lo que valgan sus maestro, el maestro es el cimiento moral sobre el que descansa la grandeza de las naciones”.[6]
La educación juega un papel decisivo en las transformaciones sociales, la historia y el éxito social de muchos países evidencian el papel que juega la educación en los procesos socioeconómicos y culturales de cualquier país ”Ninguna sociedad, -afirmaba en su tiempo el pedagogo cubano Manuel Valdés Rodríguez - puede desconocer ese valioso aporte al progreso humano ni la trascendencia de la obra educadora”.[7]
El trabajo pedagógico es una de las formas más complejas, y a la vez más hermosas de la actividad humana, “el arte de todas las artes” –afirmaba Comenio – es formar al hombre, el más versátil y difícil de todos los animales”.[8]
La filosofía de la educación para analizar la actividad pedagógica tiene en cuenta el concepto filosófico de actividad “ como modo de existencia, cambio, transformación y desarrollo de la realidad social”[9]. Es el proceso en que el hombre se relaciona con el medio (natural–social) con otros hombres. La actividad del hombre se caracteriza por ser organizada consciente y colectiva.
Para comprender en toda su dimensión el concepto filosófico de actividad humana, es necesario conocer las categorías sujeto y objeto, así como; en este contexto, la categoría actividad práctica material; la actividad cognoscitiva - valorativa, como formas de interacción sujeto - objeto, y la comunicativa; como forma de interacción sujeto - sujeto.
La actividad humana, desde el punto de vista filosófico, es la actividad del sujeto que esta dirigida hacia el objeto y hacia otros sujetos.
En el proceso de transformación del objeto, el hombre, como sujeto, no puede menos que relacionarse con los demás hombres, como otros sujetos. Además de ser una relación del sujeto con el objeto. La actividad humana constituye una relación del sujeto con otros sujetos. Desde nuestro punto de vista, este es un criterio esencial para poder comprender con posterioridad en toda su dimensión el concepto de actividad pedagógica.[10]
En la actividad pedagógica la relación sujeto - objeto tiene sus peculiaridades pues en esta relación, el objeto es al mismo tiempo un ente activo, sujeto de la actividad, pues el maestro tiene que lograr que el estudiante se apropie de las regularidades de la realidad y lo proyecte metodológicamente en calidad de objeto y sujeto del propio proceso.
La actividad pedagógica como un tipo especial de actividad requiere de una dirección científica fundamentada. Ello exige que el maestro conozca su estructura interna comenzado por los objetivos que se propone.
El objetivo representa el punto de partida y deben estar en correspondencia con las exigencias sociales, es lo que demanda la sociedad de la escuela, y por tanto del maestro.
En la actividad pedagógica un elemento esencial es que el objeto de trabajo, lo constituye la personalidad de los educandos y el colectivo escolar. A diferencia de otras actividades, el objeto de trabajo del maestro es un ente activo, pues como hemos señalado, no se limita a recibir influencias externas, sino que interviene activamente al mismo tiempo en el sujeto de este proceso.
La calidad del producto de otras tareas depende ante todo, del interés, de la responsabilidad y la emotividad de quien lo ejecuta, en la actividad pedagógica esto no es suficiente. El maestro tiene que lograr en su labor un sistema de motivos e intereses en su objeto de actividad, en sus alumnos. La función más importante del maestro ”es dirigir y estimular a sus alumnos para que estos, - afirma Aguayo - por si mismos adquieran nuevas formas de conducta o modifiquen otras formas de conducta anterior.”[11]
Los medios de trabajos, están formados esencialmente por los métodos y medios de enseñanza, entre ambos existen relaciones recíprocas y a su vez mantienen relaciones con otros elementos que hay que considerar, como (la edad, el nivel de desarrollo de los alumnos, situaciones típicas en que se utilizan otros).
La ejecución exitosa de la actividad pedagógica está determinada en gran medida por la selección adecuada de las vías y las acciones que la caracterizan para lograr los objetivos fijados y dirigir acertadamente el proceso de enseñanza.
El dominio de la tipología de los métodos y de los medios de enseñanza y la capacidad para considerar en la aplicación de los métodos, no solo el aspecto externo, sino lo que es muy importante, el interno son factores de primer orden.
Un aspecto esencial de la actividad pedagógica es el producto de esta actividad, es decir los múltiples procesos psíquicos y acciones de los alumnos y que trae como resultado el desarrollo y transformación de la personalidad. Este producto se materializa en forma de conocimientos, capacidades, habilidades, hábitos convicciones, particularidades del carácter y la conducta en general.[12]
La actividad pedagógica tiene como objeto formar en los jóvenes sólidos conocimientos científicos y técnicos en correspondencia con el desarrollo social, desarrollar en los mismos hábitos profesionales y convicciones morales, hacer de ellos hombres dignos de la época que les tocó vivir.
En la obra de José Martí encontramos, como ideal de hombre, aquél que es honesto, honrado, laborioso, solidario y colectivista. El Doctor Gilberto García Batista señaló: “Sin pretender adentrarnos en estas cualidades, sí resulta esencial tomar en consideración:
· La relación hombre – hombre en el establecimiento de los valores universales.
· La relación hombre – naturaleza en el cuidado y protección del medio ambiente.
· La relación hombre – Estado en el desarrollo de la calidad humana, cultura del los deberes, derechos y criterios de democracia y participación.
De estos criterios podrían desprenderse valores esenciales como el amor al trabajo, la patria y su historia, a la familia, los niños, ancianos y la naturaleza: El desarrollo de la honradez, la honestidad, la responsabilidad y el sentido de bienestar común, la educación en los deberes y los derechos de ciudadano y la disciplina social, en fin un hombre concreto para nuestra sociedad”.[13]
De estos criterios podrían desprenderse valores esenciales como el amor al trabajo, la patria y su historia, a la familia, los niños, ancianos y la naturaleza: El desarrollo de la honradez, la honestidad, la responsabilidad y el sentido de bienestar común, la educación en los deberes y los derechos de ciudadano y la disciplina social, en fin un hombre concreto para nuestra sociedad”.[14]
La actividad pedagógica requiere del maestro determinadas cualidades positivas de su personalidad, no hay otra labor que requiera de tantas cualidades positivas para lograr los resultados a que aspira.
Para analizar las cualidades del buen maestro tendremos en cuenta “La carta del maestro latinoamericano” elaborada en el Seminario Regional de la UNESCO donde se señalan las condiciones mínimas u obligaciones fundamentales del maestro.
En lo ético: trabajar para que los más altos valores iluminen y dirijan la conciencia y conducta integral de los individuos, hasta elevarlos a categoría de personalidades responsables.
En lo científico: trasmitir los elementos básicos de la ciencia y despertar la inquietud para ampliar el conocimiento.
En lo estético: estimular en las nuevas generaciones la expresión artística y capacitarlas para apreciar la belleza de la naturaleza y las obras de arte, que deben considerarse como medios de elevación y dignificación humana.
En lo filosófico: integrar la formación profesional con una concepción del mundo y del hombre inserta en la realidad histórica, de modo que luego pueda trasmitirla en la escuela.
En lo social: el maestro debe convertirse en agente estructurador y perfeccionador de la democracia, a fin de contribuir eficazmente a la rectificación de las injusticias sociales y señalar normas de más justa convivencia.
En lo económico: enseñar el aprovechamiento inteligente de los recursos naturales de su propio país y de los medios de transformación en beneficio de todos los pueblos.
En lo cívico: hacer de sus discípulos ciudadanos que sepan cumplir sus deberes y hacer uso correcto de sus derechos, como miembros de un estado americano que, por sobre todas las cosas, debe garantizar las libertades del hombre y fomentar la cooperación internacional.[15]
El maestro debe tener sólidas convicciones morales que le permitan activar en todos los momentos de su vida en correspondencia con los ideales más progresista y justos del desarrollo social.
El amor hacia los niños y jóvenes es una cualidad esencial del maestro. Un buen maestro sabe penetrar en el mundo interior del alumno, conocer sus problemas, sus éxitos e intereses, sus dificultades y fracasos y ayudarle a resolver los mismos. Cualquier manipulación de la vida profesional del alumno repercute en su actividad docente y en este sentido el maestro debe penetrar en la vida espiritual del alumno y eso se logra dándole cariño y amor. Recordemos a Martí cuando expresó “la enseñanza ¿Quién no la sabe, es ante todo una obra de infinito amor”.[16]
El educador debe amar su profesión y la misma se manifiesta en el interés, en la satisfacción por la actividad pedagógica, la necesidad de perfeccionar su labor sin reparar en el tiempo que requiera para ellos, además es consciente de que tanto la preparación como la realización de todas sus tareas, docentes exigen de una dedicación sin límites. El maestro se caracteriza además por su perseverancia, la sencillez la decisión, el dominio de si mismo y la firmeza de principios.

CAPACIDAD PEDAGOGICA

Las capacidades pedagógicas constituyen propiedades individuales de la personalidad del maestro que le dan posibilidad para aplicar con la mayor efectividad los principios generales de la enseñanza y la educación en la actividad pedagógica.

Estas capacidades se clasifican del siguiente modo.

Capacidad académica: Se caracteriza porque el educador posee amplios y profundos conocimientos de la disciplina que imparte. Estos significa la comprensión consciente de determinados contenidos y la capacidad para aplicar los conocimientos a nuevas situaciones.

Capacidad didáctica: Esta capacidad se refiere a la habilidad del educador para elaborar exitosamente los métodos a través de los cuales trasmitirá los conocimientos y para la formación y desarrollo de los hábitos y las habilidades, teniendo en cuenta las leyes generales del proceso de enseñanza aprendizaje. El educador que posea capacidad didáctica debe hacer comprensible el material docente y convertir, los problemas más difíciles en claros y accesibles; y a los alumnos esta conversión de lo comprensible en asimilable, es lo que permite al educador estimular a sus alumnos en el interés hacia el estudio.
La capacidad didáctica no es sólo una característica de educador sino también un aspecto importante de su maestría pedagógica. Cuando señalamos que el maestro sabe hacer comprensible el material docente nos referimos a que conoce las peculiaridades individuales y pueden determinar qué saben sus alumnos, qué no conocen todavía.

Capacidad perceptiva: Consiste en la adecuada observación y comprensión de todos los fenómenos psíquicos del educando, esto es, en conocer su personalidad para poder influir favorablemente en le proceso de su formación.

Capacidad expresiva o de lenguaje: Se refiere a la capacidad de expresar de manera clara, preciso y exacta, las ideas, los conocimiento y los sentimientos por medio del lenguaje, la mímica y los gestos.
El maestro constituye un modelo en el uso correcto del lenguaje para poder exigir de los alumnos una expresión adecuada.

Capacidad organizativa: Es la capacidad para crear un colectivo infantil cohesionado e influir animo en la solución de las tareas. Pero, para organizar el colectivo escolar, es necesario que el mismo maestro sea ejemplo de organización personal lo que exige una planificación adecuada y un autocontrol de su propio trabajo. Esta capacidad se expresa, además, en la habilidad para distribuir racionalmente el trabajo.
Capacidad comunicativa: Es aquella cuyo fin es relacionarse con los alumnos y saber establecer, desde el punto de vista pedagógico, una adecuada comunicación con ellos en diferentes situaciones y momentos; algunos psicólogos denominan “Tacto Pedagógico” a esta actividad.
Capacidad para mantener la autoridad: El educador tiene prestigio y autoridad cuando ejerce una influencia emocional favorable y constante en sus alumnos, posee sólidas convicciones ideológicas y dominan con exactitud los conocimientos. Unicamente con la presencia de estos tres factores se logra una verdadera autoridad. Cuando se utiliza otros recursos (tono de voz alto, sermones, castigo, etc), la autoridad se impone por la fuerza y carece, por tanto de valor pedagógico.
La falta de autoridad y prestigio del educador engendra formas negativas de conducta y una actitud desfavorable hacia el trabajo.
La capacidad para mantener la autoridad está condicionada además por otras cualidades de la personalidad del educador, de las cuales las más importantes son: Ser consecuente, justo, exigente y capaz de autocontrolarse.
Capacidad creadora: Consiste en que el educador sepa prever cuales serán los resultados de su trabajo y cuál será la actuación de sus alumnos en diferentes situaciones, constituye por tanto una condición para planificar y guiar el proceso de formación de la personalidad de los educadores. La profesora Marta Martínez afirma “ El maestro, por esencia es creador. Ello quiere decir que cada clase es un acto creativo, nuevo porque depende de las características del momento, de los estudiantes, les dicta pautas para que ellos puedan aprender y formar sus convicciones en cada momento”.[17]
Capacidad relacionada con algunas particularidades de la atención pedagógica e individual

El trabajo pedagógico supone un adecuado desarrollo de algunas cualidades indispensables de la atención: la concentración, la estabilidad y la distribución de la atención.

La concentración es la cualidad que permita dirigir la atención hacia un objeto o actividad determinada, haciendo abstracción de todo lo demás.

La estabilidad se caracteriza por mantener orientada y concentrada la atención durante un tiempo prolongado.

La Distribución de la atención posibilita realizar diversas acciones simultáneas, siempre y cuando se domine el contenido de cada una de ellas y se ejecuten de modo automático.
Estas tres propiedades están muy relacionadas entre si, y en su conjunto permitan que el educador pueda hacer un trabajo eficiente con el grupo de alumnos y considerar sus particularidades.
Además de las cualidades y capacidades de la educación, es preciso destacar las características relacionadas con el temperamento y la apariencia personal.

El Temperamento es una combinación de las propiedades del sistema nervioso y se manifiesta en los sentimientos, las emociones y la actividad.

La apariencia personal del maestro rebasa el marco de la escuela y depende de su cultura, su educación formal y su conducta moral.
Todas estas cualidades, capacidades pedagógicas y características de la personalidad del maestro que se han analizado, están estrechamente relacionadas entre sí y se desarrollan y manifiestan simultáneamente.

Funciones del maestro.

Para analizar la actividad pedagógica sería superficial solo mencionar las cualidades de un buen maestro, al interpretar la actividad pedagógica como sistema, como un conjunto de acciones encaminadas al logro de un determinado objetivo se pone de manifiesto en primer lugar la compresión de la actividad como un sistema funcional.
Al determinar las principales funciones de la actividad pedagógica, entenderemos por tales aquéllos efecto de la actividad que satisfacen necesidades, objetivamente existente de vital importancia e indispensable para la conservación y desarrollo del proceso pedagógico. Las funciones principales son las siguientes.[18]
Instructiva-Informativa

Constituyen el momento de partida imprescindible en la actividad del maestro y en cuya realización se basa asimilación consciente del contenido de la enseñanza de los medios y métodos para el estudio y transformación de la realidad entre otros.
Función educativa

Está presente en todo momento de la actividad y se desarrollo en el proceso pedagógico. Esta abarca la transformación del estudiante de forma integral y multifacético.
Función orientadora

En esta se resume y garantiza la creación de las relaciones activas y las valoraciones sociales de los estudiantes hacia el mundo que lo rodea, así como la orientación científica de la concepción del mundo, en las ideas revolucionarias y patrióticas de su pueblo.
Función desarrolladora

Expresa no solo las relaciones hacia la orientación del alumno como sujeto activo en el proceso pedagógico, sino además el desarrollo al máximo de las potencialidades creadoras y capacidades de los estudiantes.
Función cognoscitiva – investigativa.

Expresado en la búsqueda de las regularidades y manifestaciones presentes en la actividad pedagógica en la interacción de sus diversos componente en especial en el proceso pedagógico, que permitan su optimización y dirección científica. Incluye, además, la valoración de las condiciones y resultados de la actividad en correspondencia con los objetivos, así como el auto perfeccionamiento y auto instrucción de la labor del maestro.
Función Movilizadora

Se releva en la formación en los estudiantes de las relaciones hacia el estudio el trabajo de los motivos de la conducta y la creatividad.
En la determinación de los componentes estructurales es necesario esclarecer la estructura de los procesos y mecanismo formados dinámicamente en dependencia de la situación que permiten el cumplimiento de estas funciones. Para ello, habría que detenerse en los componentes funcionales de la actividad educativa del maestro y las habilidades profesionales que la deben caracterizar teniendo en cuenta ante todo, su carácter creador.

Los componentes funcionales de la actividad del maestro [19]

La actividad de preparación y planificación.
La actividad organizativa ejecutora
La actividad comunicativa
La actividad investigativa.

La actividad de Preparación y Planificación

Abarca la selección, el ordenamiento y la planificación de la enseñanza, se apoya para su ejecución en los programas, bibliografía científica, libros de textos, orientaciones metodológicas y otros materiales. La organización de todo el proceso de enseñanza y de cada clase comienza con la planificación, lo que significa proyección de la futura actividad del maestro, la misma abarca el curso escolar, cada unidad y cada clase. La actividad de planificación, abarca por una parte el contenido de la futura actividad, la previsión de la forma de acción, las acciones que realizará tanto el maestro como los alumnos. Muchas de las dificultades del maestro se producen por las deficiencias en la preparación y la planificación.
La actividad de preparación no puede abarcar únicamente el plan de clase, esta actividad cuenta con la preparación que realice el maestro antes de ejecutar la clase, lo que se propone lograr, la forma que orientará al alumno hacia los objetivos consolidar y comprobar los conocimientos. La preparación de la clase constituye el centro de la actividad de preparación y planificación.
El maestro no debe solo planificar y analizar su clase desde el punto de vista del conocimiento que tenga del contenido, sino además debe tener en cuenta todos los aspectos que le garanticen el desarrollo sistemático de sus alumnos.

La actividad organizativa ejecutara:

La misma hace posible la realización de lo proyectado la organización de la actividad sustentada por el conocimiento profundo de la realidad y el asegura el conocimiento de las condiciones para su realización garantiza la efectividad de la actividad pedagógica.
La organización de la actividad pedagógica está en estrecha relación con lo que hayamos planificado, esto significa tomar todas las medidas que permitan llevar a vía de hecho lo proyectado. La organización de la actividad influye decisiva en la formación de hábitos correctos en los alumnos, en la creación de motivos y en el desarrollo de la atención de los alumnos durante el aprendizaje. La búsqueda de medios de enseñanza y tareas adecuadas, la determinación, no solo de la actividad, sino de la forma en que se realizará, teniendo en cuenta el rendimiento individual. conducen al logro de los objetivos propuestos.

Actividad comunicativa: Surge a partir de la propia esencia del proceso pedagógico, es decir la actividad conjunta del maestro con los alumnos y sus éxitos están determinados por la relación entre ambos, la misma gana en calidad, en la medida que sea positiva basada en el respeto y cariño mutuo. La buena planificación y organización del proceso docente influye positivamente en la relación profesor alumno.
El alumno observa y valora constantemente el estilo del trabajo del maestro. Además de que este puede provocar en el una reacción positiva o negativa en el proceso de asimilación resulta un factor determinante en las relaciones que se deben establecer en el proceso docente y en la imagen que de su maestro se forman los alumnos.
En esencia, la comunicación significa la ejecución de todo lo proyectado y organizado y debe reflejar la solidez de los conocimientos y preparación general del maestro en todos los aspectos que se requieren para la labor docente educativa.

La actividad investigativa: El maestro debe dominar los métodos de la investigación científica de esa manera resolver activamente de forma creadora los problemas que surjan en el proceso de la formación de la futura generación; es además un investigador por excelencia, debe indagar constantemente buscar las soluciones más adecuada para la perfección de proceso docente educativo.
Para concluir el análisis de la estructura de la actividad del maestro, resulta necesario destacar que esta es dinámica. Ella se transforma según se formen las capacidades pedagógicas, se desarrolla la maestría y se adquiere mayor experiencia docente.
El éxito de educación y la enseñanza depende de la efectividad del trabajo de quien directamente organiza el proceso pedagógico y lo dirige: el maestro. Es por ello, que todos los elementos de la actividad pedagógica deben servir al maestro y proporcionarle los medios necesarios para el desarrollo del trabajo con los alumnos.
Este trabajo adquiere en cada uno de sus momentos características diferentes , lo que determina la diversidad de situaciones que tiene que enfrentar , que no puede ser un simple ejecutor de indicaciones y recomendaciones , sino un creador del proceso pedagógico , pero a la vez necesita de valerse del conocimiento de las regularidades de dicho proceso y de las experiencias que la sociedad ha acumulado para enfrentar situaciones semejantes .
Para lograr desarrollar su actividad, el maestro debe poseer una serie de habilidades de orden profesional que requiere de una alta cultura y multilateralidad en el análisis de los fenómenos. ¿ Qué habilidades se requieren del maestro.? Investigaciones realizadas en el Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona“ han demostrado que para lograr sus objetivos el maestro debe: Poseer un dominio profundo de la ciencia que explica y la aplicación de una metodología que le permita elevarse a partir de ese propio conocimiento científico a un nivel conceptual del mundo del que emanen los argumentos y explicaciones que le permiten demostrar al alumno esas verdades actuales, como se han logrado y qué hay que hacer para mantenerlos en función del desarrollo de todas las facetas de su personalidad.
Tratar de formar aplicando recetas es una práctica aplicando recetas es una práctica nociva porque ‘precisamente está vacía de contenido ya que la valoración , como forma del reflejo de la realidad , proceso o fenómeno de la conciencia humana , está condicionada por el objeto de reflejo, quiere decir que la naturaleza reflexiva del valor supone la interrelación de sensaciones , percepciones , representaciones , vivencias , estados de ánimo, sentimientos con formas propiamente intelectuales como conceptos , juicios y otras .
De ello se deriva que existe una condición inmanente cognoscitivo –valorativa en las emociones, por tanto, si la valoración constituye la concientización de la significación del objeto para el sujeto, la asimilación de las relaciones o la relación entre las necesidades propias y las cualidades de los objetos que la satisfacen, el acto de comprensión del valor debe tener presente, necesariamente, la compresión de la esencia humana de las cosas, de su significación para el hombre.
Es por ello que las habilidades profesionales del maestro en esa dirección se orienten a la argumentación, análisis y a veces, ejecución práctica y orientación de la misma, para, a partir de ello, y sólo de ello aparecer como una manifestación concreta de la correlación de lo valorativo, lo práctico y lo cognoscitivo en la actividad humana.
Dicho de otra forma, la educación intelectual sería vacía si no se educan los sentimientos, pero estos no se pueden educar al margen de la comprensión profunda de la realidad, de los fenómenos de sus raíces, de la transmisión de los valores universales de la cultura y de los nuestros en particular.
Valores que debe tener un maestro para lograr que florezcan en sus estudiantes aquellos que la sociedad necesita que lo hacen ser ejemplo.
· Tener una conducta moral inmaculada.
· Voluntad para ser flexible, para ser directo o indirecto según lo exija la situación .
· Aptitud para percibir el mundo desde el punto de vista del estudiante.
· Espíritu autodidacta.
· Aptitud para personalizar su enseñanza.
· Voluntad para experimentar, para ensayar cosa nuevas.
· Pericia para hacer preguntas.
· Conocimiento de la asignatura y de otras áreas.
· Reflejar una actitud apreciativa y no autoritaria hacia loa alumnos porque les tiene amor .
· Utilizar un lenguaje coloquial.

Todo lo anterior pone de manifiesto el carácter complejo de la actividad del maestro la cual ha de estar en estrecha relación con su formación profesional y su ética pedagógica.[20]

La ética pedagógica, rama de ética que estudia la moral pedagógica, considera que estas normas morales se manifiestan durante el desarrollo del proceso docente educativo, actúan como reguladores de sus contradicciones y por ello, como ciencia filosófica , debe analizar el proceso docente educativo y el trabajo pedagógico como un esfera especial de la actividad social , debe determinar el papel de las relaciones morales en el proceso de formación de la nueva personalidad y debe inculcar a los maestros las normas de conducta adecuada para el ejercicio de la profesión .

El conocimiento de lo principios y normas que caracterizan esta ética pedagógica deviene fundamental en nuestras manos y la forma en que nos apropiamos de ellos dependerá tanto del dominio teórico que se tenga de ellas así como de la práctica diaria y consecuente, de nuestros esfuerzos personales, del papel que desempeñamos dentro del colectivo pedagógico estudiantil, de las organizaciones políticos – sociales de la comunidad. Dentro de la ética pedagógica todos los factores se interrelacionan en tres núcleos o componentes básicos: nuestra actitud ante el trabajo , ante los educandos y ante la sociedad.

“Nuestro prestigio dimana, ante todo, de la ejemplaridad en el cumplimiento de los deberes en todos los frentes en que laboramos los educadores.

El acatamiento de los principios y normas de la ética pedagógica constituye fundamento y orientación de la proyección práctica cotidiana de cada uno de nosotros

El destacado pedagogo cubano Manuel Valdez Rodríguez señalaba “La cortesía, el cumplimiento de los deberes sociales el espíritu de rectitud empleado benévolamente con lo demás , todas esas virtudes ha de cultivar el maestro “.[21]

Principios de ética pedagógica que deben ser tomados en consideración por los educadores

La actitud del maestro ante su labor
En el cumplimiento diario de nuestra labor debemos:
Constituir un ejemplo en la asistencia y puntualidad a todas las actividades en las que debemos participar, así como en el aprovechamiento máximo de la jornada laboral.

Lograr la calidad requerida en el nivel de organización escolar de cada centro, en la planificación de todos los recursos materiales y humanos; en la preparación de cada clase y su correspondiente ejecución en el cumplimiento profundo y medular planes y programas en la utilización óptima de los medios de enseñanza y demás recursos que el Estado ha puesto a nuestra disposición , así como en su cuidado y conservación .
La calidad abarca todas las direcciones de trabajo y se refleja en los resultados. El punto de partida fundamental para su logro lo constituye el nivel de auto exigencia que se tenga con la autopreparación política ideológica; elevar cada curso nuestro nivel teórico, concretando en cada especialidad y luchar tesoneramente para su aplicación práctica.
Así mismo, hay que cumplir con calidad los objetivos de la educación y formar en cada estudiante profundas convicciones, conocimientos sólidos de amor hacia el pueblo, hacia la clase obrera y clara conciencia de su compromiso con la sociedad en que vive y que ha de ayudar a desarrollar con su trabajo e inteligencia . Por lo tanto, todo lo que realizamos los educadores repercute favorable o desfavorablemente en la calidad de educación.
Debemos de ser modelos en el desarrollo de los rasgos volitivos y emocionales que deben caracterizar la labor del educador; firmeza, iniciativa, organización, independencia, constancia, tenacidad optimismo, equilibrio emocional seguridad en sí mismo entre cualidades positivas.
- Ser exigente en las evaluaciones y otorgar siempre las calificaciones en rigurosa correspondencia con la preparación de los alumnos.
- Prestar especial atención al cuido, orden y limpieza del puesto de trabajo y no ingerir alimentos ni fumar en el aula.
- Poseer una presencia agradable, caracterizada por la pulcritud corrección y sencillez adecuada a nuestro tipo de profesión.

DE LA ACTITUD MORAL DEL MAESTRO EN SU CENTRO DE TRABAJO.
Como miembro de un colectivo pedagógico el maestro debe:
a) En las relaciones con los estudiantes
- Impartir buenas clases y contribuir a la adecuada adquisición de conocimientos y desarrollo de habilidades así como a la formación de convicciones humanas y propiciar a que las relaciones entre maestros y alumnos se enmarquen en la debida autoridad y respeto que requiere la actividad docente.
- Promover en los alumnos la auto exigencia, el amor al estudio y al trabajo, el afán por la autopreparación.
- Promover en los alumnos los principios revolucionarios éticos, estéticos a través de la palabra y el ejemplo; utilizar para ello un lenguaje claro, sencillo , comprensible así como erradicar cualquier expresión vulgar o de mal gusto , exceso de confianza , no hablar nunca a distancia y utilizar un tono de voz moderado.
- Ser honesto y justo en las valoraciones que emitamos sobre nuestros alumnos, caracterizados por el tacto pedagógico y la ausencia de favoritismo.
- Combatir todo tipo de fraude entre los estudiantes, así como evitar aprovechar, en beneficio personal, la influencia efectiva sobre los escolares. Por tal razón no debemos aceptar obsequios valiosos que pueda pretender crear compromisos que afectan el cabal cumplimiento de los principios de ética profesional.

- Evitar hacer comentarios con los alumnos de otros estudiantes, personal docente o dirigente educacional, tendente a disminuir su prestigio o autoridad y dirigir debidamente a los estudiantes si se le formulan opiniones de ese tipo.
b) En las relaciones con el colectivo de trabajadores debemos:
§ Mantener adecuados relaciones sociales de trabajo , tener un trato cortés y camaraderil con nuestros compañeros y del ejemplo solidaridad humana.
§ Combatir toda manifestación de amiguismo.
§ Hacer cada vez un mejor uso de la crítica y la autocrítica en el lugar y momento oportuno y analizar siempre las causas que originan las deficiencias, los incumplimientos para evitar actuar con ligereza o subjetivismo.

§ Divulgar la experiencia pedagógica de avanzada y contribuir al desarrollo de los compañeros con menos experiencias o solicitar modestamente la ayuda de los más capacitado.
§ Evitar emitir opiniones irreflexivas o incorrectas que puedan dañar el prestigio de los compañeros de profesión o de la institución en que trabajamos.

§ Combatir cualquier manifestación de deshonestidad ante el proceso de evaluación (fraude, facilísmo, promocionismo entre los docentes o estudiantes).
c) Con las organizaciones políticas y de masas y estudiantiles.

§ Participar con entusiasmo en las reuniones y asambleas de estas organizaciones y procurar que nuestras intervenciones contribuyan a elevar el nivel de desarrollo político – ideológico, científico o metodológico del colectivo .

§ Mantener una actitud crítica y autocrítica correcta en las reuniones de acuerdo con nuestros puntos de vista y normas de educación formal y dar muestras de auto control y educación, aunque estemos en desacuerdo con lo que se opina y tengamos necesidad de combatirlo.
Con los padres y otros familiares de los estudiantes.
§ Usar el tacto debido para establecer las relaciones necesarias con los padres, cuidar el tono y el matiz de los pases que utilizamos con ellos.
§ Realizar un tratamiento diferenciado con los padres; luchar porque estos eliminen o varíen criterios pedagógicos equivocados y mantener una posición autocrítica ante los señalamientos que hagan de modo que estos contribuyan a elevar la calidad de nuestro profesional
§ Atender de forma correcta a toda persona que lo solicite, sin mostrar prisa o indiferencia hacia sus inquietudes y planteamientos.

De la actitud moral del maestro ante la sociedad
En el seno de la sociedad el maestro debe ser ejemplo digno de imitar:
Al poseer un trato cortes y respetuoso con todos, incluyendo los vecinos.
§ Cumplir con nuestras obligaciones sociales y con las organizaciones de masas.
§ Garantizar que nuestras relaciones familiares se caractericen por la exigencia en el hogar, el cumplimiento de las normas de educación; la educación de nuestros hijos, así como todas las actuaciones que contribuyan a elevar nuestro prestigio en la sociedad.

§ Contribuir con nuestra conducta correcta al control y buen comportamiento de otras personas, así como a velar por el cuido la propiedad social y evitar cualquier conducta que menoscabe nuestro prestigio.


Carta a un maestro
Pablo Latapí

Creo que maestro tiene, como la luna, su cara luminosa y su cara oscura. En la vida casi todo es así, no hay nada tan malo que no tenga algo de bueno al revés. Lo que importa es ser consciente de todo, luces y sombras, para que nada nos tome desprevenidos y sobre aviso no haya engaño. No ahogo por una actitud estoica ante las ambivalencias de la vida ni mucho menos por la resignación; más bien por una actitud realista que relativice lo negativo y valores sin fantasías lo positivo, creo que por ahí va eso que llaman madurez.
El lado oscuro de la luna lo conoce bien. Es el bajo sueldo y, más a fondo, lo que ese sueldo significa: el poco reconocimiento social hacia el maestro. Esto duele; lo percibes todos los días y te acompaña como mala sombra; a veces alguien te ve de arriba a abajo; mucha gente no valora ni lo que estudiaste ni lo que haces. El lado oscuro son también los escasos recursos con que cuentas para realizar tu tareas y la poca atención que les mereces a las autoridades. Fuera del libro de texto y el gis, casi no cuentas con nada; estás librado a tu imaginación.
Hay, además, corrupción en el medio magisterial; reglas del juego poco edificantes que tienes que aceptar; a veces manipulación, abuso y un doble lenguaje que molesta. Hay también- aunque no es privativo de tu profesión-rivalidades, murmuraciones, envidias y zancadillas de algunos compañeros. Entre todo esto hay que caminar, como equilibrista sobre la cuerda de floja.
Júntale a todo lo anterior la pobreza de los alumnos que le dificulta tanto aprender; la testarudez, indisciplina y rebeldía de algunos muchachos en el aula; la ignorancia, a veces, de los padres de familia que no saben estimularlo ni corregirlos, y la maledicencia, que nunca falta la comunidad. Para ganarte la atención de los chicos tienes que competir con la “tele”, los videos y los cantantes de moda, en batalla que están perdidas de antemano; y, como colofón, se te culpa no sólo de los alumnos no aprendan, sino de todos los males del sistema educativo. Decididamente, el lado oscuro es más bien negro, de tantas dificultades y problemas que tiene la profesión.
¿ Qué pondremos en el lado luminoso? Yo fui maestro por varios años (un tiempo quizá demasiado corto para tanto como ahora hablo sobre la educación) y recuerdo siempre tres cosas que me parecen hermosas y hoy añoro.
La primera es la experiencia de “ver aprender”; suena curioso decirlo así pero no hallo otra manera. Aunque daba clases en una secundaria, por una circunstancia excepcional me tocó en unas vacaciones enseñar a leer a varios niños, en otra época posterior enseñe también a leer a un grupo de campesino adultos(uno de ellos, don José, de 76 año por cierto). El momento en que las letras se convierten palabras y éstas en pensamientos es como un chispazo estremece al niño y el adulto por igual: en ese momento el niño sonríe y una sonrisa es expresión de triunfo, gozo de descubrimientos y juego ganador; comprobación de que “ no era tan difícil” y extraña sensación de descubrir que el pensamiento está escondido en los garabatos del papel. Yo simplemente lloré cuando Don José dijo esa tarde:” Ya se leer; ya soy gente de razón”, soltando un orgullo reprimido por setenta años.
Ver leer aprender, presenciarlo, más como testigo que como actor, es la satisfacción fundamental de quien en tanto en enseñar, que acabamos contemplamos cómo enseñamos en vez de disfrutar el milagro continuo de los que aprenden. Ver aprenden es ver crecer y madurar a los niños y jóvenes, comprobar que adquieren capacidades que no tenían, que hablan mejor, que juzgan por sí mismo y que van saliendo adelante.

Mi segundo recuerdo se liga a la formación de carácter de mis alumnos adolescentes. Siempre consideró esto tan importante o más que el que aprendieran conocimientos. Una vez el grupo de tercero de secundaria debía organizar una serie de festejo y el director me encargó coordinar las actividades. Propuse a la clase que tomáramos esa experiencia como una ocasión para que cada uno conociese mejor sus cualidades y sus defectos y la manera como los demás los percibían. Establecimos por consenso los “criterios de evaluación” (compañerismo, creatividad, eficiencia, ya no recuerdo, eran como diez) y después de los festejos el grupo evaluó a cada alumno a la luz de eso criterios. Hoy, muchos años después. Cuando me encuentro a algunos de aquellos muchachos, me dicen: “ Maestro”, esa experiencia fue para mí definitiva; ahí empecé a conocerme de veras: fue estupendo.
Ser maestro o es ser invitado, en ciertos momentos privilegiados, a entrar al alma de un chico o una chica y ayudarle a encontrarse, afirmar paulatinamente su carácter, a descubrir sus emociones, quizás a superar sus temores y angustias. Y para muchos alumnos el maestro o la maestra son lo único apoyos con que cuentan.
El tercer recuerdo de esos años, que hoy evoco con nostalgia, es que el contacto cotidiano con los alumnos me mantenía joven. Tus alumnos te obligan a estar enterado de cuanto pasa; te bombardean con preguntas; te pone en órbita; de todo tienes que saber; acaban enseñándote más que tú a ellos. Esto es bonito: ser maestro es seguir creciendo.
Evoco hoy estos recuerdos que son, para mí, algunos atisbos del lado luminoso de la Luna. Otros maestros, tú mismo, añadirás mas luces con el lenguaje insustituible de tu experiencia vivida.
Si en el balance final las luces son más poderosas que la sombra no lo sé. Es cosa de vocación, de inclinación interior, de proyecto de vida. O quizá de amor. Y digo la palabra sin ruborizarme porque creo que la profesión de maestro se emparienta con la paternidad y ésta o es amor o no es nada. Todo hijo causa muchos problemas, desde los biberones y pañales, pasando por los médicos, hasta los inevitables desencuentros de la adolescencia, pero ningún padre ni ninguna madre pone en duda en cada hijo las luces superan a las sombras. Si tienes vocación de maestro, concluyo, creo que tú también opinará, sin grandilocuencias ni idealizaciones, que la Luna es, decididamente, luminosa y bella.

Referencias Bibliográficas.



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- Valdez Rodríguez, M.: El maestro en la educación popular. Cuadernos de Cultura. Ed. Ministerio de Educación y Cultura, Habana, 1950.

[1] Diccionario Enciclopédico Hispanoamericano Tomo XIII. Editorial Cinton Mars. N. Y 1986 pág 94.
[2] Aguayo, A.M. : Filosofía y Nuevas Orientaciones de la educación. Ed. Cultura S.A, Habana, 1952, Pág. 93.
[3] Castro, Ruz. F.: La Educación en la Revolución, discurso 17/6/62, Instituto Cubano del Libro Habana 1975, p 86.
[3] Aguayo, A.M, op. cit, pag. 94

[5] Castro, Ruz, F.: Discurso en la graduación del destacamento pedagógico “ Manuel Ascunce Domenesch 7/7/81. ” Folleto. Edit MINED. Habana 1981.

[6]Gaviria, N.: Filosofía de la educación, Medellin ,Colombia. 1963, p. 161.

[7]Valdéz, M.: El Maestro y la Educación Popular. Cuaderno de Cultura Novena serie. Ed. Ministerio de educación y Cultura, La Habana, 1950, p. 37.

[8]Comenio, J. A.: Didáctica Magna. Ed. Pueblo y Educación. Habana, 1981, p. 66

[9]Pupo, R.: La actividad como categoría filosófica. Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1990, p. 27

[10] García, L.: Los retos del cambio educativo Ed. Pueblo y Educación, Habana, 1996, p 7.
[11]Aguayo, A. M: Obra Citada. P. 83
[12]MINED (1983) VII Seminario Nacional dirigentes metodólogos e inspectores de las direcciones provinciales y municipales 1ra. Parte. Ed. MINED, La Habana pág. 80-82.
[13]García, G.: La formación de valores en las nuevas generaciones, Ed. Ciencias sociales, La Habana 1996 pág. 60-61.

[14]García, G.: La formación de valores en las nuevas generaciones, Ed. Ciencias sociales, La Habana 1996 pág. 60-61.

[15] Seminario regional.: Carta del Maestro latinoamericano, Ed. UNESCO – material elaborado por el IPLAC. Habana 1997.
[16] Martí ,J.: Ideario Pedagógico. Imprenta Nacional de Cuba . La Habana, 1961.

[17] Martinez, M.: Filosofía de la Educación. Material elaborado por el I.P.L.A.C. La Habana, 1997.

[18] García, L et al. Op. Cit. pp 17-19

[19] Martínez Llantada, M.: obra citada . pag 13-15

[20] Véase. Etica Pedagógica. MINED, Habana. 1986 y de Mai Lois, J. , González Pérez M.: Etica Pedagógica. Edit. Pueblo y educación. Habana, 1989


[21]Valdez , M (1950) El maetro y la educación popular, Cuaderno de Cultura,. Ed. Ministerio Educación y Cultura,,pp. 37

EL MAESTRO COMO LÍDER. (PRIETO FIGUEROA)

Prieto F. Luis B (2003): El maestro como líder, Instituto Municipal de Publicaciones de la Alcaldía de Caracas, Agosto.
(Selección y palabras iniciales de la versión digital: Dra.C. María Antonia Rodríguez del Castillo.)
EL CONCEPTO DEL LIDER
La persona reconocida por todos como más eficiente para ejercer sobre tos demás individuos de una comunidad cierta influencia mediante estímulos adecuados que conducen a la ejecución de los propósitos del grupo, recibe el nombre de líder. La palabra “líder”, usada tanto en español como en francés, italiano y portugués, proviene del vocablo inglés leader, y sirve para designar una clase de dirigente social. Esta palabra no había sido incorporada al diccionario de la Academia Española, sino hasta fecha reciente, no obstante que su uso es corriente. Por ello, antes de la incorporación académica decía Mariano Villaronga que podría pensarse que la utilización de este anglicismo no se justifica porque el español tiene las palabras caudillo, jefe, adalid, guía. conductor, director, etc., para esa idea. Pero esas palabras tienen sentido militar o guerrero unas, otras o tienen de comando solamente y algunas tienen significado y alcances muy limitado..
Si en el líder existe la facultad de comando, ésta va acompañada de una voluntad de servicio. Su forma de conducir y orientar implica aceptación de voluntad del grupo. En el líder se conjuga una serie de cualidades relativas a la socialización de la dirección que no pueden expresarse con las señaladas palabras españolas, cargadas por el uso de un contenido diferente y a veces contrapuesto a la significación de la palabra líder. Para aclarar más esta idea vale la pena indicar que Henry Pratt Fairch define la palabra líder en su segunda acepción así: 2— En sentido estricto, la persona que dirige por medios persuasivos y en méritos a la aceptación voluntaria de sus seguido res”. ¿Cuál de las palabras españolas indicadas corresponde a este significa do? Ninguna. De allí la acertada decisión de la Academia Española de incluirla en las últimas ediciones de su Diccionario.
El líder puede actuar intencionalmente, de manera deliberada, para producir la acción que se propone. En este caso se le denomina líder voluntario. Pero en otros, el individuo produce ciertos estímulos de una manera inconsciente. Se trata, entonces, de un líder involuntario.
Este último tipo de liderazgo es muy frecuente, aun cuando por el desconocimiento o falta de visión clara de los fines, muchas veces no es el más eficaz. El líder voluntario ejerce siempre una función más duradera porque, consciente de lo que desea lograr conduce su acción en forma tal, que los estímulos que provoca llevan a la gente a realizar determinadas tareas o a dejar de realizar otras.
El liderazgo puede surgir del contacto inmediato con los miembros de la comunidad o grupo humano, o de acciones o actividades indirectas, mediante ciertos símbolos o por el uso de determinados medios técnicos, corno el cine, la radio, etc. Aún más, el líder puede hacerse conocido de las personas dentro de las cuales ejerce su liderazgo o permanecer oculto para que su acción indirecta opere una mayor sugestión, provocada, acaso, por la misma naturaleza del ocultamiento.
Puede decirse de manera genera —sostíene L. Bernard—que, si bien es cierto que en algunos casos las causas triunfan por su méritos intrínsecos, son las personalidades destacadas de los líderes las que pueden estimular a los miembros de una comunidad o grupos a seguirlas’. Los líderes, haciendo suyo el ideal en la causa representado, le comunican calor humano, el aliento vital que lo hace comprensible y deseable por los miembros de la comunidad. Esto no niega la existencia y valor de las organizaciones doctrinarias como realidad ético-social o politica, sino que señala la necesidad de apóstoles que tiene toda doctrina, de líderes que encarnándola, le confieran realidad tangible.
Según otras afirmaciones se sostiene que investigaciones recientes ponen de manifiesto hechos que desmienten estos conceptos. Darwin Carlwright y Alver Zander afirman que como resulta cierto tan a menudo la acumulación de datos reveló lo inadecuado de ciertas formulaciones. Creer que puede lograrse un elevado nivel de efectividad de grupo simplemente proporcionando buenos líderes, aunque todavía prevalece entre muchas personas dedicadas al manejo de grupos, surge corno una conducta inocente.
En el caso de la sociedad, toda persona tiene oportunidad de dirigir en alguna manera una determinada actividad para la cual posee ciertas habilidades. Son, por ello, múltiples los líderes dentro de una comunidad. Pero entre éstos los hay que conducen y coordinan la acción de todos o de una gran parte de la comunidad para alcanzar, no ya fines particulares, sino fines generales, que a rodos interesan El liderazgo lo posee una persona en calidad variable. No se tiene en su totalidad, ni se posee en absoluto. Sobre este terna volveremos rnás adelante.
Algunas veces se ha afirmado que los líderes o conductores son perjudiciales. Dicho asi, en forma general, la frase resulta exagerada .Hay, sin duda, algunos líderes que pueden causar más perjuicios que beneficios a los grupos donde ejercen sus funciones. Por ello decía Arthur J. Jones que el liderazgo puede ser constructivo y valioso o reaccionario y activamente destructor. Las mismas cualidades, las mismas capacidades para inducir a otros a seguirlo pueden ser útiles o perniciosas a la sociedad. El liderazgo no posee nada en si mismo que le asegure valor. El mérito de cualquier líder depende de tres factores:
1. El grado en que su idea o invención satisfaga a una necesidad real.
2. El grado en que sea capaz de inducir a las personas a aceptarla.
3. El criterio de las personas en seleccionar entre las muchas ideas presentadas, las que atiendan a sus necesidades o en escoger, entre varios líderes, a los que deben seguir’
Además, como lo asienta Fieller, la estructura de la tarea es mayor cuanta mayor posibilidad tengan los miembros del grupo de verificar lo acertado de las decisiones del grupo, cuanto más claramente se expongan los deberes de los miembros, cuanta menor diversidad de caminos haya hacia la meta y cuantos menos pasos sea necesario dar para llegar a la misma. El líder efectivo tiende a ser afirmativo e impersonal en un ambiente más estructurado, mientras que da mayores libertades a los miembros y apoya amablemente en una situación menos estructurada.
La idea negativa de algunos, respecto a los beneficios del liderazgo, ha conducido a que no se tomen en cuenta, o se tornen en una escasa medida, los efectos sociales de éste. Si bien es cierto que un líder puede ejercer un poder de inhibición sobre acciones consideradas beneficiosas no es menos cierto que bajo el acicate de un estimulo psicológico bien dirigido las comunidades pueden ser conducidas en el sentido de su mejoramiento y progreso y a la realización de grandes y constructivos actos. Por otra parte, como fenómeno social, el liderazgo tiene una existencia enraizada en lo más profundo de la naturaleza humana. Esto llevó al profesor Jones, antes citado, a considerar como inevitable el liderazgo desde el punto de vista biológico: “No cabe preguntar si deben o no deben existir lideres: esto quedó establecido desde que el hombre comenzó a existir. Corresponde antes preguntar qué líderes debemos poseer y cómo disponer el orden social y organizar las instituciones de educación, a fin de que haya lideres sabios y útiles.
Sobre la inevitabilidad del líder se pronuncia Haiman en los siguientes términos: “La dirección de una sociedad puede estar en manos de un Abraham Lincoln o de un Adolfo Hitler. El dirigente puede ser útil o dañino, pero a menos que haya anarquía, es inevitable. Los dirigentes pueden mandar, manipular, persuadir o guiar, pero no se les puede suprimir. Siempre que haya personas que vivan y trabajen juntas, habrá una dirección y el destino del grupo dependerá en gran parte de la clase de dirección que tenga”

Formas de ejercicio de la autoridad del líder.
Los líderes pueden ejercer su autoridad en el seno de los grupos en forma autoritaria o en forma democrática. La forma como se ejerce esa autoridad establece también una diferencia entre una y otra clase de liderazgo.
a) Dirección autoritaria. En un grupo dirigido de manera autoritaria el líder determina los planes de conjunto, fija las líneas de conducta del grupo impone las actividades que los miembros de éste deben realizar y la clase de relaciones que deben sostener los individuos entre si: sólo al líder corresponde imponer los castigos y otorgar los premios y cada individuo le está subordinado de modo tal que de él dependen todas sus acciones en el grupo.
El líder autoritario impide la participación de los miembros del grupo en la elaboración de los planes colectivos para que se le considere como indispensable. Tal actitud rebaja la moralidad del grupo, como observamos ya,
porque la falta de participación en las tareas colectivas disminuye la responsabilidad haciéndola recaer íntegramente en el líder. Esto determina que la actividad del grupo dirigido autocráticamente cese o disminuya en ausencia del líder. Por otra parte, bajo esta clase de autoridad se producen las escisiones y las relaciones interpersonales se hacen menos frecuentes y menos afectuosas : la única vía de comunicación entre los miembros del grupo se establece a trávés del líder haciendo más prentoria su indispensabilidad.
Pero por lo mismo, ya que las relaciones interpersonas no tienen oportunidad de establecerse, la moral del grupo carece de bases sólidas y la desaparición del líder puede precipitarlo en un verdadero caos Un grupo dirigido autoritariamente puede representarse gráficamente en forma de estrella, en cuyo centro estaría colocado el líder y los radios divergentes que de este parten serían los individuos sin comunicación alguna entre si (ver figura 1)
Dirección democrática. El líder democrático se diferencia del líder autoritario en que aquél fundamenta su actividad en la cooperación libre y en la libre participación de todos y cada uno de los miembros del grupo en las actividades colectivas relacionadas con los objetivos que persiguen en la agrupación. Suscita la acción conjunta, promueve los contactos personales entre los miembros del grupo, reduce las tensiones y conflictos internos.
Puede representarse gráficamente con una figura geométrica cerrada por todos los lados, en cuyos vértices estarían colocados los miembros del grupo, unidos entre sí por los lados de la figura, y con el líder, por los radios que desde el centro, donde está colocado, llegarían a los vértices (ver figura 2).
A estas do formas de dirección se agrega la denominada del laissez faire. La expresión se debe a los autores Lewin, Ronald Lippitt y R. K. White que la introdujeron en un artículo publicado en 1 939. En la conducta laissez faire se deja en total libertad la decisión grupal o individual sin participación grupal: el líder proporciona materiales, pero participa sólo cuando se le formula un pedido en este sentido: el líder realiza comentarios poco frecuentes sobre las actividades de los miembros y no procura interferir o participar en el curso de los acontecimientos. Los norteamericanos Ralph White y Ronald Lippitt, condensan en un esquema útil para una visión de conjunto las notas características de cada una de las formas de liderazgo, y el clima predominante en ellas, en su trabajo Conducta del líder y reacción del miembro en tres climas sociales”. Este esquema lo copia Sidney Verba en su obra ya citada:
.
Autoritario
Democrático
“Laissez-Faire”
1. La conducta del grupo y su política determinada por el líder.
1. La línea de conducta que debe seguirse es discutida y decidida por el grupo, pero estimulada y apoyada por el líder.
1. El grupo o sus miembros tienen total libertad para adoptar decisiones, con mínima participación del líder.
2. El líder señala a cada miembro del grupo las actividades y las técnicas por lo cual las etapas futuras del trabajo serán siempre ciertas.
2. Durante la discusión se logra la perspectiva de la actividad; se bosquejan las etapas generales para alcanzar los objetivos del grupo. En caso de necesidad de consejo técnico, el líder sugiere las alternativas posibles dentro de las cuales es posible hacer la selección.
2. El líder suministra diversos materiales para el trabajo; en forma que facilitaría las informaciones que se le soliciten, no toma parte en la discusión del grupo.
3. El líder dicta la tarea que debe realizarse y escoge compañero para cada miembro del grupo.
3. Los miembros del grupo escogen el compañero con quien desean trabajar. El grupo realiza la división de las tareas.
3. El líder no participa en absoluto en los trabajos del grupo.
4. El líder tiende a personalizar alabanzas y críticas a la tarea de cada miembro del grupo, permanece distante y no participa activamente si no en las demostraciones.
4. El líder es objetivo e imparcial en los elogios o críticas al trabajo de cada miembro del grupo, trata de ser un miembro regular del grupo, pero sin realizar demasiadas tareas.
4. A menos que se lo soliciten, el líder no formula comentarios frecuentes y espontáneos a la actividad del grupo; tampoco intenta evaluar o regular el curso de la actividad del grupo o de sus componentes.

Arthur Jones, a quien hemos citado antes, denomina ‘actitud de comando o dominación’, a la dirección autocrática que se revela en el déspota. Para este autor, como para otros que cita, sólo puede llamarse líder al que dirige democráticamente. Por ello define el liderazgo como “el proceso para obtener la cooperación de un grupo en el trabajo con el propósito de lograr una finalidad aceptada corno deseable -“.
Para confirmar su tesis Jones hace una cita altamente expresiva de Paul Pigors, quien dice: “El líder orienta y educa, al paso que el dominador manipula. El primero, en lugar de forzar a una decisión arbitraria basada en su voluntad de opinión personal, promueve la cooperación apuntando Ia necesidad de atender a un objetivo mutuamente deseado. No se aprovecha de los otros para alcanzar sus propios designios; mas actuando con sus partidarios, crea los medios de promover la causa común. En tanto que el dominador ordena, el líder pide o estimula la acción, apuntando a una necesidad. En el ejercicio del control, el líder vive constantemente ansioso de explicar sus acciones siempre que haya tiempo para tal cosa, porque comprende que aquello representa el interés de sus seguidores y de su causa en juego. Además de eso, puede justificar su orientación apelando a los hechos. El dominador, al contrario, insiste en la obediencia ciega como indicio de la completa sumisión del prosélito a su voluntad. La diferencia entre liderazgo y dominación es particularmente clara en lo tocante a la producción del poder. En el liderazgo el poder se crea a través de la integración de diversos propósitos y de la utilización inteligente de las diferencias individuales. Las personas acuerdan reunir sus recursos con vista a un objetivo mutuamente deseado. Cada uno se torna más fuerte con la presencia de los otros. En la dominación, al contrario, el poder es monopolizado. Un hombre se coloca al frente, mediante clara determinación de voluntad y sagaz utilización de todas las oportunidades favorables. El se encuentra en posición ventajosa y usa de esa ventaja para dominar a los que sean temporalmente, o de modo permanente, susceptibles de explotación
Si tomásemos en cuenta estas observaciones, fácilmente podríamos delimitar el campo de acción de los verdaderos lideres colocando en casilleros aparte a los déspotas y a los mandones, a los caudillos, en cuya acción destructora se fundamenta más que el proceso de dirección hacia los fines queridos por todos, hacia la felicidad, un proceso de desintegración y de corrupción, de desmoralización total. Solamente los verdaderos líderes democráticos pueden promover a estabilidad social acrecentar el progreso y facilitar, por la interacción de los componentes de los grupos, el crecimiento espiritual. Únicamente de ellos podría afirmarse, como hace Jones, que los líderes son preciosos, nos influyen para conservar los valores ya descubiertos; nos impiden regresar a un estado inferior; nos ayudan a conservar las ideas y los padrones que demostraron su valía y a no aceptar cualesquiera nuevas ideas y padrones destructores. La diferenciación establecida es muy importante, porque corrientemente existe confusión entre los verdaderos líderes democráticos y los déspotas. Pero estos últimos difieren de los primeros, tanto por sus funciones como por el abuso que hacen de estas, convirtiendo su poder en una oportunidad de medro personal, utilizando en lugar de la sugestión, la fuerza. De esa estirpe son los llamados caudillos, tanto en América como en España.-
La escuela del futuro
La formación y el entrenamiento de los líderes del futuro crea a los educadores y al Estado una gran responsabilidad. Necesitamos hombres capaces de descubrir los obstáculos en el camino antes de tropezar con ellos. Que se mantengan en constante vigilancia para avizorar los cambios y preverlos. Su capacidad de anticiparse al futuro debe convertirse en un hábito que hace realidad, en un rápido vistazo la actitud que debe asumirse para que el ritmo siga los movimientos constantes del cambio.
La Escuela del futuro, además de preparar al hombre para la realización de una tarea específica deberá encaminar su actividad a formar un hombre sensible a los cambios que se producen en el mundo y que están transformando rápidamente con la vida del ser humano, las circunstancias que lo rodean. Ese hombre del futuro debe poseer una flexibilidad de espíritu que le permita adaptarse a la vida superindustrial o post industrial. Pensaba Karl Mannhein que en una sociedad dinámica como la nuestra sólo puede ser eficaz una educación para el cambio mismo. Esta consiste en una formación del espíritu exenta de todo dogmatismo, que capacite a la persona para levantarse por encima de la corriente de los acontecimientos en vez de dejarse arrastrar por ellos. Se dice facil lo que respecta a las características de una nueva escuela y la propia flexibilidad que imprimirá a sus enseñanzas, que no son cuestiones de método únicamente sino de posturas frente al futuro. Precisa ocuparse de lo que ya en la era contemporánea es el cambio de ocupaciones tan frecuente que la estabilidad en determinadas actividades se concibe como excepcional. La corriente en Inglaterra es que el hombre cambie de ocupación anualmente o en plazos que no sobrepasan los cinco años. Para esta transitoriedad en los oficios, en la UNESCO se habla del reciclaje, tomando el término de la industria eléctrica. procedimiento que consiste en sucesivos entrenamientos a una persona para el cambio de ocupación. Anteriormente quien aprendía una profesión estaba seguro de ejercerla durante toda su vida. En los países industrializados y en los que pasarán a la época superindustrializada, los oficios y profesiones estarán ligados a los violentos cambios que se producen en la industria y en la vida. Lo que ahora requiere la habilidad de un hombre, será sustituido por una máquina tornando inservible la fuente de trabajo para una familia. La escuela, inmersa dentro de esas circunstancias debe adelantarse al porvenir. Su misión estaría orientada hacia el desarrollo de actitudes para pensar en el futuro. C . P. Show, citado por Toffler habla de hombres que “lleven el futuro en la médula de los huesos. Ese hombre debe aprender el arte de formular previsiones reiteradas acerca de lo que le deparará el provenir. En esas precisiones debe estar implícito, que el hombre no es un robot insensible, que en su espíritu influyen los desajustes que los cambios de oficio o de tarea imponen. La psicología del trabajo enseña que sólo la tarea agradable hace aI ser humano feliz. Si los cambios de oficio son impuestos por requerimientos de la empresa. sin tomar el cuenta al trabajador., la tarea se hará cada día más pesada e inoperante.
Ya hemos hablado de la capacidad de adaptación, que será en el futuro un arma de defensa de la integridad del ser humano. Los positivistas en el siglo pasado prevenían que quien no se adapta perece”, refiriéndose a los cambios sucesivos del medio natural donde se desarrollan los animales entre los cuales se encuentra el hombre. Ahora los cambios no son fundamentalmente del medio natural, que a pesar de sus variaciones permiten un ritmo menos acelerado, que el hombre ha contrarrestado siempre mediante inventos como el vestido. la vivienda. etc. Se trata también de la transformación del hábitat moral, problema más complicado y difícil.
La técnica y la ciencia introducen variaciones tan violentas que si el hombre no es capaz de preverlas y ajustar su existencia a esas transformaciones, puede que no perezca físicamente, pero queda al margen de las posibilidades de absorción en el mundo nuevo creado a su alrededor. Como el aprendiz de brujo los mecanismos que desata lo atraparán entre sus redes.
En esas circunstancias no será raro que aumenten los suicidios o autoeliminaciones. Stefan Zweig ante la desaparición de lo que él llamaba el mundo de la seguridad”, se quitó la vida, actitud que nos explicamos leyendo su autobiografía titulada: El Mundo de Ayer’.
Naturaleza y función de los conocimientos adquiridos.
La verdadera importancia para la educación del hombre del futuro es desechar el concepto de conocimientos y habilidades permanentes. El mundo del futuro tendrá tal movilización que ideas y conocimientos serán transitorios .Las verdades de hoy serán supercherías de mañana. Así como las cosas una vez usadas se desechan en la era del consumo, también los conocimientos y habilidades adquiridas serán transplantados por otros más nuevos y eficaces en razón de los problemas planteados. Lo que tendríamos que preguntarnos es si tal situación hace al hombre más feliz. Cambiar de ideas como de camisa es una forma de despersonalización. El tránsito para la adaptación al futuro debe ir acompañado de procedimientos psíquicos, que acaso una psicología de la conducta humanizada descubra, para auxiliar al pensamiento y el surgir de las novedosas formas de entender el mundo, pero sin mecanicistas acondicionamientos.
El término felicidad a que nos referimos es relativo. El hombre adquiere los hábitos más inconcebibles, y con ellos elabora los modos de la conducta , sus rebeldías, por ello nos dice Touraine que “la sociedad durante mucho tiempo embotada por la situación de su éxito material, no rechaza el progreso técnico y el crecimiento económico: rechaza la sumisión de éste a un poder que pretende ser impersonal que el conjunto de las exigencias del cambio y de la producción.
Frente a la dominación social que se identifica con el crecimiento beneficioso, que sólo considera el conjunto de las conductas sociales como medios de adaptación a las necesidades de este crecimiento, concebido como un proceso natural y no social, se alza en una rebelión salvaje: la contrapartida, sin embargo, es siempre la lucha en favor de la creatividad y contra los poderes y’coerciones de los aparatos. La dependencia se convierte en conflicto; la participación, en contestación”
La educación, debe equipar al hombre con las ideas y actitudes que lo ayuden en el proceso de liberación, a salir de la alienación considerada por el propio Touraine como una participación dependiente’ desde el punto de vista sociológico.
Los valores en el proceso de cambio.
¿Cómo será el sistema de valores en la sociedad superindustrial? Ya dijimos que el hombre ha de aprender a desechar ideas y a jugar con éstas como si se tratara de prendas de vestir que mudar y pueden mudarse. Los valores, que según la teoría más aceptable, son relativos, estarán sometidos a variaciones permanentes también, por ello Toffler, en su obra citada, nos dice que: Los educadores superindustriales no deberán tratar de imponer a los estudiantes rígidas escalas de valores; pero deberán organizar sistemáticamente actividades formales e informales que ayuden al estudiante a definir explicar y probar sus valores, sean éstos cuales fueren. Mientras no enseñemos a los jóvenes los conocimientos necesarios para identificar y aclarar, sino para solventar los conflictos en sus propios Sistemas de Valores nuestras escuelas seguirán produciendo hombres industriales’.
Podrá parecer que un sistema educativo que no ordena sus enseñanzas formativas dentro de una determinada escala de valores conocida y probada puede fallar en cuanto a la formación del espíritu del hombre. Esto debería preocuparnos y crearnos cierto estado de inseguridad con respecto al futuro de nuestros alumnos. Pero las circunstancias cambiantes hacen también transitoria la posición de los educadores y de sus alumnos para adaptarse al tiempo nuevo y a sus exigencias, Lo verdaderamente grave no sería el cambio de valores sino abandonar los que se tienen sin sustituirlos por otros por los que correspondan a una contemporaneidad Esta es la tragedia que confrontan generaciones de jóvenes desorientados que perdida la fe en los valores tradicionales no han creado otros nuevos, Se extravían en los paraísos de la droga, se entregan al goce erótico o dormir en el nirvana de inacción.
Algunos sociólogos al analizar la falta de adhesión de los adolescentes a los nuevos valores creados por la sociedad postindustrial encuentran que está ligada al débil grado de compromiso de tales adolescentes en la sociedad en que viven: al estar marginados por razón de su origen étnico y, cada vez más, por sus perspectivas profesionales, abandonan todo esfuerzo de amplia socialización y se contentan con una socialización estrecha limitada a los grupos primarios de los que forman partes. Al fallar la comunicación y el compromiso no se crea el lazo solidario que existe entre aquellos que concurren juntos a la elaboración del proceso cultural.
El sociólogo que hemos citado había afirmado antes que “la idea cultural de un análisis que se haga en términos de participación o retraimiento cultural es que hoy mientras que los valores culturales están apegados a los productos elaborados colectivamente, y se encuentran determinados por la naturaleza de una civilización técnica y de los problemas sociales que ella plantea, la pasividad no es más que la transcripción psicológica de la sumisión o de la dependencia económica y social”.
Insiste también en los efectos de la masificación, que concluye en una abstención cultural’. En efecto, dice: La pertenencia a grupos primarios y a comunidades muy estructuradas aparecía como la condición de una participación creadora en los valores sociales y culturales, en una sociedad en que la cultura era un sistema de significación ligada a la experiencia profesional y social directamente vivida; en una civilización de masas, tal pertenencia no es ya más que la expresión de una abstención cultural forzada, de una débil participación en los valores de la sociedad global”. (Subrayado en el texto)
La disolución de esas sociedades estructurales por el impacto de la civilización industrial no es motivo suficiente para abandonar al hombre cuando más necesita del apoyo de la comunidad. Acaso los medios de comunicación de masas, bajo un control social adecuado, no alienante, podrían constituir un débil lazo de socialización del hombre contemporáneo. Pero esos medios, convertidos en vehículos de propaganda de productos para el consumo, tornan al ser humano más dependiente, menos participante.
En tal situación de desamparo los nuevos dirigentes, desde organizaciones profesionales, sociales y políticas deberían estimular, con la acción desalienante y de liberación, una estrecha colaboración para crear valores sin ligamen con los productos, con las cosas; valores que eleven la dignidad del hombre. En síntesis, contribuir a descodificar al hombre y la cultura, tomando en cuenta que los valores de una época son su espina dorsal y el hombre ha de vivir y moverse con ellos mientras conserve su razón humana de la existencia o no descubra los sustitutivos adecuados.
Necesariamente, los cambios en la cultura vienen acompañados de nuevos valores. En concepto de Raymond Ruyer: ‘A menudo las aportaciones culturales que desplazan a otras tienen más fuerte composición axiológica entonces hay progreso general. Los elementos arbitrarios se destruyen mutuamente y los componentes axiológicos se adunan...). La lucha entre culturas y en el interior de una cultura son siempre en torno a valores que se han de admitir o eliminar y en torno de la jerarquía que se va a establecer entre ellos.
No propugnamos una educación sin una bien establecida jerarquía o sistemas de valores, sino que contrariamente abogamos por una educación fundamentada en aquellos valores nacidos y crecidos a favor de los cambios creados por la sociedad superindustrial. Los nuevos valores aparejan nuevos deberes captados por la conciencia de la época. Existen metas diferentes para los cuales la actividad axiológica inventará los medios adecuados para cumplirlas, para realizar los valores, según postula Raymond Ruyer.
Formación de actitud para el cambio y para avizorar el futuro.
La habilidad condicionada de mirar hacia adelante, desempeña un papel clave en la adaptación. Ciertamente uno de los resortes ocultos para luchar exitosamente con las situaciones puede muy bien residir en el sentido del futuro que tenga el individuo. Las personas contemporáneas que se mantienen a la altura del cambio, que consiguen adaptarse bien, parecen tener más libre y desarrollado sentido de la anticipación que los que se adaptan mal. En ellos, el hecho de anticiparse al futuro, ha llegado a ser un hábito. El jugador de ajedrez que prevé la jugada de su adversario, el ejecutivo que piensa a largo plazo, el estudiante que echa un rápido vistazo al índice de materia antes de empezar la lectura de la primera página parecen desenvolverse mucho mejor’ (Toffler 438).
El hombre que tiene por función conducir a otro, como el que asciende a una montaña, va ampliando su horizonte en la medida en que conquista alturas mayores. Vencida una etapa en el ascenso la que viene proporcionará dominio mayor y la preocupación por futuros horizontes más lejanos todavía.
El maestro en la escuela ha de preparar al niño y al joven para que desde la perspectiva de su estado presente avizore los acontecimientos en que participará en el futuro. Singer habla de que ‘cada individuo lleva en su mente no sólo un autorretrato actual, una imagen de si mismo, sino también una serie de imágenes de cómo quiere ser en el futuro. Esta persona del futuro es un foco para el niño; es un imán que atrae: podríamos decir que el marco del presente es obra del futuro”.
De ese personaje fijado, de esa aspiración de vida futura extrae el hombre energías para proyectarse e sus actos, en etapas sucesivas hacen de la conducta un camino por el cual .la personalidad arriba al objeto soñado. El educador debe ayudar a sus alumnos a encontrarse, a no desviarse de la imagen ideal siempre que sea positiva, porque en ella está el hombre entero de mañana y de siempre. En nuestra obra La Magia de los Libros, hablamos de la búsqueda de la imagen ideal en las biografías, lecturas preferidas por los adolescentes que persiguen un modelo”.
Debemos acostumbrarnos a convivir con el futuro. En la escuela, si es cierto que el niño vive y convive con objetos presentes debe encontrar además la oportunidad de proyectarse en el mañana. Ser imaginativo creador. La escuela no puede seguir siendo un estadio para el pasado y desprovisto de contacto con la realidad actual, desde la cual penetra el futuro para hacer pensar al educando en papeles cada vez más importantes.
La capacidad de los líderes para conducir la sociedad futura.
Los niños formados en una escuela que tenga proyecciones hacia el porvenir, sin desligarse de la vida del presente estarán capacitados para conducir los procesos del desarrollo económico, social y político en que habrán de participar. El mundo tecnológico requerirá cada vez más hombres con una visión amplia. Los políticos del futuro, que ya está tocando a la puerta, no podrán actuar más desentendiéndose de las consecuencias de sus actos. Para acertar deberán estar influidos profundamente por el medio tecnológico que los rodea y por una filosofía del hombre, gestor de la técnica, para sobrevivir y crecer en un mundo mejor y tener la convicción de que sus decisiones afectan a numerosas personas dentro de la sociedad en que viven. Política y tecnología no son mundos diferentes, si se concibe a la política como ciencia de las previsiones enderezadas a realizar el bienestar de todos los ciudadanos y si a la vez se entiende la tecnología como conjunto de recursos puestos en u del hombre para ayudarlo a cumplir su destino humano. La técnica la inventó el hombre para servir a propósitos humanos, pero mal usada es amenaza de destrucción y muerte. Puede conducir a la bomba neutrónica, que sólo mata gente, dejando intactas las cosas, que para muchos son el símbolo de la riqueza y el poder.
Los líderes del porvenir deben ser formados para que pongan la técnica al servicio del bienestar de lodos los hombres, sin distingos odiosos, para acabar con la miseria y el desamparo. La visión del año 2000, que nos dan Kahn y Wiener no es alentadora. Nos dicen que “se conocerá la existencia de una isla bastante extensa de riqueza rodeada de miseria, al menos en comparación con el mundo desarrollado y con las expectativas nacientes” (...). La sociedad postindustrial e industrial sumarán una población cercana al 40% del total del mundo: más del 90% de la población mundial habitará en naciones que habrán salido del molde histórico de rentas entre cincuenta y doscientos dólares. Sin embargo, al mismo tiempo se habrá ensanchado enormemente la diferencia absoluta de vida entre países o sectores de países con economías desarrolladas industriales, postindustriales y de consumo en masa) y los países de situación preindustrial”
Los líderes políticos, sociales, técnicos o científicos serán responsables en gran medida del porvenir en la era postindustrial. Por ello su formación requiere nuevos conceptos de la educación. No pueden seguir manejándose ideas que fueron o son causa del fracaso de un mundo de injusticias y desigualdades. Para forjar un mundo mejor es preciso desechar las viejas ideas, que no ofrecen cimientos seguros. Una sociedad basada en la ganancia, en el dominio de las cosas, con las profundas diferencias engendradas por las desigualdades sociales si no es proscrita definitivamente, no ofrecerá seguridad ni oportunidades para hacer del hombre el dueño y señor del mundo por él creado y para él pensado. De la sensibilidad, tino y equilibrado dominio de los dirigentes dependerá que la promesa del futuro no sea sólo de monstruo o entronizamiento de mecanismos para producir más, para dominar sobre cielo y tierra, sino también arribo al seguro reinado de la justicia, de la solidaridad compartida y del esfuerzo en común para vivir en paz.
El espíritu crítico que la escuela fomente y despierte en los alumnos irá elaborando los principios del quehacer futuro. El educador debe enseñar a los alumnos a intervenir en su propia formación, mediante la entrega de responsabilidades. Se tratará de la autogestión en la escuela. El pensamiento propio de los jóvenes, aun en contraposición con el pensamiento de los mayores, forja el espíritu libre y creador. Aceptar las conclusiones de los demás sin discutir crea personalidades sumisas al servicio de las peores causas. Que los jóvenes aprendan haciendo, a acertar, y a rectificar cuando se equivoquen.
Una nueva ‘moral deberá ser el producto, no de la imposición dogmática de las ideas de los padres y de los maestros, de los gestores y dominadores, sino de tina angustiada búsqueda para responder a los porqués planteados por las cambiantes situaciones.
Partiendo de la realidad, teniéndola en cuenta, la escuela ha de preparar el futuro, siempre que considere que así como la ruptura del huevo da nacimiento al polluelo, también la vida nueva crecerá en el seno de una situación donde el invento ofrece circunstancias que deben ser tornadas en cuenta. La experiencia ajena ayudará, sin duda, a los jóvenes, pero es la propia experiencia la que los forma y los hace dueños de habilidades que le servirán a lo largo de su existencia. La escuela debe hacer efectivo el principio de que a hacer no se aprende, sino haciendo’. El pensamiento basado en la experimentación, como dijimos, lo consideró Kilpatrick como base del progreso científico. Para que el pensamiento adquiera sentido se inscriba dentro del mundo de la creación debe partir de aquella base experimental.
El porvenir avanza a pesar nuestro o con nuestra ayuda e intervención. Técnicos y científicos trabajan para prepararlo, pero cada hombre debe tener una parcela de ese porvenir para sentirlo como suyo. Nadie puede quedarse al margen y aceptar lo que otros hacen como lo mejor.
Ante los resultados negativos de la escuela contemporánea que ha provocado movimientos juveniles en los países altamente desarrollados y hasta en aquellos en proceso de desarrollo, se habla de cambios fundamentales en la educación. Un alto sentido de responsabilidad política no circunscribe sus solicitudes a tales cambios, sino que, como dijimos antes, se propone suplantar la sociedad, que es el medio donde la educación crece y se afirma, ya que no puede concebirse ésta más que como un modo de ser, una forma de expresión de la comunidad. Roger Garaudy, a quien citamos antes, sostiene que un cambio auténtico no puede realizarse mediante una renovación reformista de los medios: no es suficiente ceder a la ilusión económica del del crecimiento cuantitativo de la escuela: aumentar el presupuesto de la educación nacional para multiplicar el número de edificios, de equipamientos escolares de maestros: ni a la visión pedagógica sobre la virtud de los nuevos métodos: generalización del empleo de la televisión o del ordenador en las clases. Nada de ello es en sí mismo condenable: pero tampoco constituye una solución al problema actual una definición nueva de las finalidades de la educación exige un cambio radical del contenido de los programas, las estructuras y del funcionamiento de la actividad vital de la cultura”. Y agrega luego: si de lo que se trata es de la búsqueda de nuevos fines para el conjunto de la sociedad global, de la invención de un nuevo proyecto de civilización, el estimulo de la creatividad y del poder imaginativo de anticipación se convierte en el objetivo esencial de la educación.
Precisamente de eso se trata. Se habla, incluso de supresión de la escuela, pero el sustitutivo que se propone tiende sólo a promover la educación privada, enflaqueciendo aun más las posibilidades de educación de las grandes mayorías.
Si no queremos que la avalancha del futuro, o si se prefiere, como dice Toffler. El “Schock”del futuro, aplaste a la humanidad debemos habilitar los medios para formar los nuevos lideres, dotados de altas calidades para la eficiencia, pero sobre todo de fina sensibilidad social para atender a las necesidades y aspiraciones de los seres humanos. O la civilización se hace para el hombre o termina con el hombre. Esta convicción fuertemente arraigada en el espíritu de los dirigentes los hará permeables a consideraciones que den importancia al quehacer de cada quien como una forma de colaboración en la construcción de un porvenir cada día mejor y donde las cosas sirvan al ser humano para su encumbramiento y no como instrumento de Poder para envilecerlo y deprimirlo. Elevar al hombre por encima de las cosas o hará dueño y no esclavo del futuro.
El maestro como líder
La preocupación por una pedagogía social desde fines del siglo pasado y en lo que va corrido de este siglo ha señalado a la escuela y al maestro tareas que no pueden eludir. En México la escuela rural, con el advenimiento de la revolución de 1910 y más a partir de 1922, puso sobre los hombros del maestro la pesada carga de rescatar a grandes masas de la población de la miseria y de la ignorancia. La escuela se convirtió en una agencia activa de la comunidad, y el maestro como la persona de mayores conocimientos e iniciativas, vino a ser, por efecto de la dinámica social, el líder de aquellas comunidades que despertaban a la vida, apretadas las manos de reivindicaciones contra lo que consideraron como injusticias.