domingo, 21 de octubre de 2007

EL MAESTRO COMO LÍDER. (PRIETO FIGUEROA)

Prieto F. Luis B (2003): El maestro como líder, Instituto Municipal de Publicaciones de la Alcaldía de Caracas, Agosto.
(Selección y palabras iniciales de la versión digital: Dra.C. María Antonia Rodríguez del Castillo.)
EL CONCEPTO DEL LIDER
La persona reconocida por todos como más eficiente para ejercer sobre tos demás individuos de una comunidad cierta influencia mediante estímulos adecuados que conducen a la ejecución de los propósitos del grupo, recibe el nombre de líder. La palabra “líder”, usada tanto en español como en francés, italiano y portugués, proviene del vocablo inglés leader, y sirve para designar una clase de dirigente social. Esta palabra no había sido incorporada al diccionario de la Academia Española, sino hasta fecha reciente, no obstante que su uso es corriente. Por ello, antes de la incorporación académica decía Mariano Villaronga que podría pensarse que la utilización de este anglicismo no se justifica porque el español tiene las palabras caudillo, jefe, adalid, guía. conductor, director, etc., para esa idea. Pero esas palabras tienen sentido militar o guerrero unas, otras o tienen de comando solamente y algunas tienen significado y alcances muy limitado..
Si en el líder existe la facultad de comando, ésta va acompañada de una voluntad de servicio. Su forma de conducir y orientar implica aceptación de voluntad del grupo. En el líder se conjuga una serie de cualidades relativas a la socialización de la dirección que no pueden expresarse con las señaladas palabras españolas, cargadas por el uso de un contenido diferente y a veces contrapuesto a la significación de la palabra líder. Para aclarar más esta idea vale la pena indicar que Henry Pratt Fairch define la palabra líder en su segunda acepción así: 2— En sentido estricto, la persona que dirige por medios persuasivos y en méritos a la aceptación voluntaria de sus seguido res”. ¿Cuál de las palabras españolas indicadas corresponde a este significa do? Ninguna. De allí la acertada decisión de la Academia Española de incluirla en las últimas ediciones de su Diccionario.
El líder puede actuar intencionalmente, de manera deliberada, para producir la acción que se propone. En este caso se le denomina líder voluntario. Pero en otros, el individuo produce ciertos estímulos de una manera inconsciente. Se trata, entonces, de un líder involuntario.
Este último tipo de liderazgo es muy frecuente, aun cuando por el desconocimiento o falta de visión clara de los fines, muchas veces no es el más eficaz. El líder voluntario ejerce siempre una función más duradera porque, consciente de lo que desea lograr conduce su acción en forma tal, que los estímulos que provoca llevan a la gente a realizar determinadas tareas o a dejar de realizar otras.
El liderazgo puede surgir del contacto inmediato con los miembros de la comunidad o grupo humano, o de acciones o actividades indirectas, mediante ciertos símbolos o por el uso de determinados medios técnicos, corno el cine, la radio, etc. Aún más, el líder puede hacerse conocido de las personas dentro de las cuales ejerce su liderazgo o permanecer oculto para que su acción indirecta opere una mayor sugestión, provocada, acaso, por la misma naturaleza del ocultamiento.
Puede decirse de manera genera —sostíene L. Bernard—que, si bien es cierto que en algunos casos las causas triunfan por su méritos intrínsecos, son las personalidades destacadas de los líderes las que pueden estimular a los miembros de una comunidad o grupos a seguirlas’. Los líderes, haciendo suyo el ideal en la causa representado, le comunican calor humano, el aliento vital que lo hace comprensible y deseable por los miembros de la comunidad. Esto no niega la existencia y valor de las organizaciones doctrinarias como realidad ético-social o politica, sino que señala la necesidad de apóstoles que tiene toda doctrina, de líderes que encarnándola, le confieran realidad tangible.
Según otras afirmaciones se sostiene que investigaciones recientes ponen de manifiesto hechos que desmienten estos conceptos. Darwin Carlwright y Alver Zander afirman que como resulta cierto tan a menudo la acumulación de datos reveló lo inadecuado de ciertas formulaciones. Creer que puede lograrse un elevado nivel de efectividad de grupo simplemente proporcionando buenos líderes, aunque todavía prevalece entre muchas personas dedicadas al manejo de grupos, surge corno una conducta inocente.
En el caso de la sociedad, toda persona tiene oportunidad de dirigir en alguna manera una determinada actividad para la cual posee ciertas habilidades. Son, por ello, múltiples los líderes dentro de una comunidad. Pero entre éstos los hay que conducen y coordinan la acción de todos o de una gran parte de la comunidad para alcanzar, no ya fines particulares, sino fines generales, que a rodos interesan El liderazgo lo posee una persona en calidad variable. No se tiene en su totalidad, ni se posee en absoluto. Sobre este terna volveremos rnás adelante.
Algunas veces se ha afirmado que los líderes o conductores son perjudiciales. Dicho asi, en forma general, la frase resulta exagerada .Hay, sin duda, algunos líderes que pueden causar más perjuicios que beneficios a los grupos donde ejercen sus funciones. Por ello decía Arthur J. Jones que el liderazgo puede ser constructivo y valioso o reaccionario y activamente destructor. Las mismas cualidades, las mismas capacidades para inducir a otros a seguirlo pueden ser útiles o perniciosas a la sociedad. El liderazgo no posee nada en si mismo que le asegure valor. El mérito de cualquier líder depende de tres factores:
1. El grado en que su idea o invención satisfaga a una necesidad real.
2. El grado en que sea capaz de inducir a las personas a aceptarla.
3. El criterio de las personas en seleccionar entre las muchas ideas presentadas, las que atiendan a sus necesidades o en escoger, entre varios líderes, a los que deben seguir’
Además, como lo asienta Fieller, la estructura de la tarea es mayor cuanta mayor posibilidad tengan los miembros del grupo de verificar lo acertado de las decisiones del grupo, cuanto más claramente se expongan los deberes de los miembros, cuanta menor diversidad de caminos haya hacia la meta y cuantos menos pasos sea necesario dar para llegar a la misma. El líder efectivo tiende a ser afirmativo e impersonal en un ambiente más estructurado, mientras que da mayores libertades a los miembros y apoya amablemente en una situación menos estructurada.
La idea negativa de algunos, respecto a los beneficios del liderazgo, ha conducido a que no se tomen en cuenta, o se tornen en una escasa medida, los efectos sociales de éste. Si bien es cierto que un líder puede ejercer un poder de inhibición sobre acciones consideradas beneficiosas no es menos cierto que bajo el acicate de un estimulo psicológico bien dirigido las comunidades pueden ser conducidas en el sentido de su mejoramiento y progreso y a la realización de grandes y constructivos actos. Por otra parte, como fenómeno social, el liderazgo tiene una existencia enraizada en lo más profundo de la naturaleza humana. Esto llevó al profesor Jones, antes citado, a considerar como inevitable el liderazgo desde el punto de vista biológico: “No cabe preguntar si deben o no deben existir lideres: esto quedó establecido desde que el hombre comenzó a existir. Corresponde antes preguntar qué líderes debemos poseer y cómo disponer el orden social y organizar las instituciones de educación, a fin de que haya lideres sabios y útiles.
Sobre la inevitabilidad del líder se pronuncia Haiman en los siguientes términos: “La dirección de una sociedad puede estar en manos de un Abraham Lincoln o de un Adolfo Hitler. El dirigente puede ser útil o dañino, pero a menos que haya anarquía, es inevitable. Los dirigentes pueden mandar, manipular, persuadir o guiar, pero no se les puede suprimir. Siempre que haya personas que vivan y trabajen juntas, habrá una dirección y el destino del grupo dependerá en gran parte de la clase de dirección que tenga”

Formas de ejercicio de la autoridad del líder.
Los líderes pueden ejercer su autoridad en el seno de los grupos en forma autoritaria o en forma democrática. La forma como se ejerce esa autoridad establece también una diferencia entre una y otra clase de liderazgo.
a) Dirección autoritaria. En un grupo dirigido de manera autoritaria el líder determina los planes de conjunto, fija las líneas de conducta del grupo impone las actividades que los miembros de éste deben realizar y la clase de relaciones que deben sostener los individuos entre si: sólo al líder corresponde imponer los castigos y otorgar los premios y cada individuo le está subordinado de modo tal que de él dependen todas sus acciones en el grupo.
El líder autoritario impide la participación de los miembros del grupo en la elaboración de los planes colectivos para que se le considere como indispensable. Tal actitud rebaja la moralidad del grupo, como observamos ya,
porque la falta de participación en las tareas colectivas disminuye la responsabilidad haciéndola recaer íntegramente en el líder. Esto determina que la actividad del grupo dirigido autocráticamente cese o disminuya en ausencia del líder. Por otra parte, bajo esta clase de autoridad se producen las escisiones y las relaciones interpersonales se hacen menos frecuentes y menos afectuosas : la única vía de comunicación entre los miembros del grupo se establece a trávés del líder haciendo más prentoria su indispensabilidad.
Pero por lo mismo, ya que las relaciones interpersonas no tienen oportunidad de establecerse, la moral del grupo carece de bases sólidas y la desaparición del líder puede precipitarlo en un verdadero caos Un grupo dirigido autoritariamente puede representarse gráficamente en forma de estrella, en cuyo centro estaría colocado el líder y los radios divergentes que de este parten serían los individuos sin comunicación alguna entre si (ver figura 1)
Dirección democrática. El líder democrático se diferencia del líder autoritario en que aquél fundamenta su actividad en la cooperación libre y en la libre participación de todos y cada uno de los miembros del grupo en las actividades colectivas relacionadas con los objetivos que persiguen en la agrupación. Suscita la acción conjunta, promueve los contactos personales entre los miembros del grupo, reduce las tensiones y conflictos internos.
Puede representarse gráficamente con una figura geométrica cerrada por todos los lados, en cuyos vértices estarían colocados los miembros del grupo, unidos entre sí por los lados de la figura, y con el líder, por los radios que desde el centro, donde está colocado, llegarían a los vértices (ver figura 2).
A estas do formas de dirección se agrega la denominada del laissez faire. La expresión se debe a los autores Lewin, Ronald Lippitt y R. K. White que la introdujeron en un artículo publicado en 1 939. En la conducta laissez faire se deja en total libertad la decisión grupal o individual sin participación grupal: el líder proporciona materiales, pero participa sólo cuando se le formula un pedido en este sentido: el líder realiza comentarios poco frecuentes sobre las actividades de los miembros y no procura interferir o participar en el curso de los acontecimientos. Los norteamericanos Ralph White y Ronald Lippitt, condensan en un esquema útil para una visión de conjunto las notas características de cada una de las formas de liderazgo, y el clima predominante en ellas, en su trabajo Conducta del líder y reacción del miembro en tres climas sociales”. Este esquema lo copia Sidney Verba en su obra ya citada:
.
Autoritario
Democrático
“Laissez-Faire”
1. La conducta del grupo y su política determinada por el líder.
1. La línea de conducta que debe seguirse es discutida y decidida por el grupo, pero estimulada y apoyada por el líder.
1. El grupo o sus miembros tienen total libertad para adoptar decisiones, con mínima participación del líder.
2. El líder señala a cada miembro del grupo las actividades y las técnicas por lo cual las etapas futuras del trabajo serán siempre ciertas.
2. Durante la discusión se logra la perspectiva de la actividad; se bosquejan las etapas generales para alcanzar los objetivos del grupo. En caso de necesidad de consejo técnico, el líder sugiere las alternativas posibles dentro de las cuales es posible hacer la selección.
2. El líder suministra diversos materiales para el trabajo; en forma que facilitaría las informaciones que se le soliciten, no toma parte en la discusión del grupo.
3. El líder dicta la tarea que debe realizarse y escoge compañero para cada miembro del grupo.
3. Los miembros del grupo escogen el compañero con quien desean trabajar. El grupo realiza la división de las tareas.
3. El líder no participa en absoluto en los trabajos del grupo.
4. El líder tiende a personalizar alabanzas y críticas a la tarea de cada miembro del grupo, permanece distante y no participa activamente si no en las demostraciones.
4. El líder es objetivo e imparcial en los elogios o críticas al trabajo de cada miembro del grupo, trata de ser un miembro regular del grupo, pero sin realizar demasiadas tareas.
4. A menos que se lo soliciten, el líder no formula comentarios frecuentes y espontáneos a la actividad del grupo; tampoco intenta evaluar o regular el curso de la actividad del grupo o de sus componentes.

Arthur Jones, a quien hemos citado antes, denomina ‘actitud de comando o dominación’, a la dirección autocrática que se revela en el déspota. Para este autor, como para otros que cita, sólo puede llamarse líder al que dirige democráticamente. Por ello define el liderazgo como “el proceso para obtener la cooperación de un grupo en el trabajo con el propósito de lograr una finalidad aceptada corno deseable -“.
Para confirmar su tesis Jones hace una cita altamente expresiva de Paul Pigors, quien dice: “El líder orienta y educa, al paso que el dominador manipula. El primero, en lugar de forzar a una decisión arbitraria basada en su voluntad de opinión personal, promueve la cooperación apuntando Ia necesidad de atender a un objetivo mutuamente deseado. No se aprovecha de los otros para alcanzar sus propios designios; mas actuando con sus partidarios, crea los medios de promover la causa común. En tanto que el dominador ordena, el líder pide o estimula la acción, apuntando a una necesidad. En el ejercicio del control, el líder vive constantemente ansioso de explicar sus acciones siempre que haya tiempo para tal cosa, porque comprende que aquello representa el interés de sus seguidores y de su causa en juego. Además de eso, puede justificar su orientación apelando a los hechos. El dominador, al contrario, insiste en la obediencia ciega como indicio de la completa sumisión del prosélito a su voluntad. La diferencia entre liderazgo y dominación es particularmente clara en lo tocante a la producción del poder. En el liderazgo el poder se crea a través de la integración de diversos propósitos y de la utilización inteligente de las diferencias individuales. Las personas acuerdan reunir sus recursos con vista a un objetivo mutuamente deseado. Cada uno se torna más fuerte con la presencia de los otros. En la dominación, al contrario, el poder es monopolizado. Un hombre se coloca al frente, mediante clara determinación de voluntad y sagaz utilización de todas las oportunidades favorables. El se encuentra en posición ventajosa y usa de esa ventaja para dominar a los que sean temporalmente, o de modo permanente, susceptibles de explotación
Si tomásemos en cuenta estas observaciones, fácilmente podríamos delimitar el campo de acción de los verdaderos lideres colocando en casilleros aparte a los déspotas y a los mandones, a los caudillos, en cuya acción destructora se fundamenta más que el proceso de dirección hacia los fines queridos por todos, hacia la felicidad, un proceso de desintegración y de corrupción, de desmoralización total. Solamente los verdaderos líderes democráticos pueden promover a estabilidad social acrecentar el progreso y facilitar, por la interacción de los componentes de los grupos, el crecimiento espiritual. Únicamente de ellos podría afirmarse, como hace Jones, que los líderes son preciosos, nos influyen para conservar los valores ya descubiertos; nos impiden regresar a un estado inferior; nos ayudan a conservar las ideas y los padrones que demostraron su valía y a no aceptar cualesquiera nuevas ideas y padrones destructores. La diferenciación establecida es muy importante, porque corrientemente existe confusión entre los verdaderos líderes democráticos y los déspotas. Pero estos últimos difieren de los primeros, tanto por sus funciones como por el abuso que hacen de estas, convirtiendo su poder en una oportunidad de medro personal, utilizando en lugar de la sugestión, la fuerza. De esa estirpe son los llamados caudillos, tanto en América como en España.-
La escuela del futuro
La formación y el entrenamiento de los líderes del futuro crea a los educadores y al Estado una gran responsabilidad. Necesitamos hombres capaces de descubrir los obstáculos en el camino antes de tropezar con ellos. Que se mantengan en constante vigilancia para avizorar los cambios y preverlos. Su capacidad de anticiparse al futuro debe convertirse en un hábito que hace realidad, en un rápido vistazo la actitud que debe asumirse para que el ritmo siga los movimientos constantes del cambio.
La Escuela del futuro, además de preparar al hombre para la realización de una tarea específica deberá encaminar su actividad a formar un hombre sensible a los cambios que se producen en el mundo y que están transformando rápidamente con la vida del ser humano, las circunstancias que lo rodean. Ese hombre del futuro debe poseer una flexibilidad de espíritu que le permita adaptarse a la vida superindustrial o post industrial. Pensaba Karl Mannhein que en una sociedad dinámica como la nuestra sólo puede ser eficaz una educación para el cambio mismo. Esta consiste en una formación del espíritu exenta de todo dogmatismo, que capacite a la persona para levantarse por encima de la corriente de los acontecimientos en vez de dejarse arrastrar por ellos. Se dice facil lo que respecta a las características de una nueva escuela y la propia flexibilidad que imprimirá a sus enseñanzas, que no son cuestiones de método únicamente sino de posturas frente al futuro. Precisa ocuparse de lo que ya en la era contemporánea es el cambio de ocupaciones tan frecuente que la estabilidad en determinadas actividades se concibe como excepcional. La corriente en Inglaterra es que el hombre cambie de ocupación anualmente o en plazos que no sobrepasan los cinco años. Para esta transitoriedad en los oficios, en la UNESCO se habla del reciclaje, tomando el término de la industria eléctrica. procedimiento que consiste en sucesivos entrenamientos a una persona para el cambio de ocupación. Anteriormente quien aprendía una profesión estaba seguro de ejercerla durante toda su vida. En los países industrializados y en los que pasarán a la época superindustrializada, los oficios y profesiones estarán ligados a los violentos cambios que se producen en la industria y en la vida. Lo que ahora requiere la habilidad de un hombre, será sustituido por una máquina tornando inservible la fuente de trabajo para una familia. La escuela, inmersa dentro de esas circunstancias debe adelantarse al porvenir. Su misión estaría orientada hacia el desarrollo de actitudes para pensar en el futuro. C . P. Show, citado por Toffler habla de hombres que “lleven el futuro en la médula de los huesos. Ese hombre debe aprender el arte de formular previsiones reiteradas acerca de lo que le deparará el provenir. En esas precisiones debe estar implícito, que el hombre no es un robot insensible, que en su espíritu influyen los desajustes que los cambios de oficio o de tarea imponen. La psicología del trabajo enseña que sólo la tarea agradable hace aI ser humano feliz. Si los cambios de oficio son impuestos por requerimientos de la empresa. sin tomar el cuenta al trabajador., la tarea se hará cada día más pesada e inoperante.
Ya hemos hablado de la capacidad de adaptación, que será en el futuro un arma de defensa de la integridad del ser humano. Los positivistas en el siglo pasado prevenían que quien no se adapta perece”, refiriéndose a los cambios sucesivos del medio natural donde se desarrollan los animales entre los cuales se encuentra el hombre. Ahora los cambios no son fundamentalmente del medio natural, que a pesar de sus variaciones permiten un ritmo menos acelerado, que el hombre ha contrarrestado siempre mediante inventos como el vestido. la vivienda. etc. Se trata también de la transformación del hábitat moral, problema más complicado y difícil.
La técnica y la ciencia introducen variaciones tan violentas que si el hombre no es capaz de preverlas y ajustar su existencia a esas transformaciones, puede que no perezca físicamente, pero queda al margen de las posibilidades de absorción en el mundo nuevo creado a su alrededor. Como el aprendiz de brujo los mecanismos que desata lo atraparán entre sus redes.
En esas circunstancias no será raro que aumenten los suicidios o autoeliminaciones. Stefan Zweig ante la desaparición de lo que él llamaba el mundo de la seguridad”, se quitó la vida, actitud que nos explicamos leyendo su autobiografía titulada: El Mundo de Ayer’.
Naturaleza y función de los conocimientos adquiridos.
La verdadera importancia para la educación del hombre del futuro es desechar el concepto de conocimientos y habilidades permanentes. El mundo del futuro tendrá tal movilización que ideas y conocimientos serán transitorios .Las verdades de hoy serán supercherías de mañana. Así como las cosas una vez usadas se desechan en la era del consumo, también los conocimientos y habilidades adquiridas serán transplantados por otros más nuevos y eficaces en razón de los problemas planteados. Lo que tendríamos que preguntarnos es si tal situación hace al hombre más feliz. Cambiar de ideas como de camisa es una forma de despersonalización. El tránsito para la adaptación al futuro debe ir acompañado de procedimientos psíquicos, que acaso una psicología de la conducta humanizada descubra, para auxiliar al pensamiento y el surgir de las novedosas formas de entender el mundo, pero sin mecanicistas acondicionamientos.
El término felicidad a que nos referimos es relativo. El hombre adquiere los hábitos más inconcebibles, y con ellos elabora los modos de la conducta , sus rebeldías, por ello nos dice Touraine que “la sociedad durante mucho tiempo embotada por la situación de su éxito material, no rechaza el progreso técnico y el crecimiento económico: rechaza la sumisión de éste a un poder que pretende ser impersonal que el conjunto de las exigencias del cambio y de la producción.
Frente a la dominación social que se identifica con el crecimiento beneficioso, que sólo considera el conjunto de las conductas sociales como medios de adaptación a las necesidades de este crecimiento, concebido como un proceso natural y no social, se alza en una rebelión salvaje: la contrapartida, sin embargo, es siempre la lucha en favor de la creatividad y contra los poderes y’coerciones de los aparatos. La dependencia se convierte en conflicto; la participación, en contestación”
La educación, debe equipar al hombre con las ideas y actitudes que lo ayuden en el proceso de liberación, a salir de la alienación considerada por el propio Touraine como una participación dependiente’ desde el punto de vista sociológico.
Los valores en el proceso de cambio.
¿Cómo será el sistema de valores en la sociedad superindustrial? Ya dijimos que el hombre ha de aprender a desechar ideas y a jugar con éstas como si se tratara de prendas de vestir que mudar y pueden mudarse. Los valores, que según la teoría más aceptable, son relativos, estarán sometidos a variaciones permanentes también, por ello Toffler, en su obra citada, nos dice que: Los educadores superindustriales no deberán tratar de imponer a los estudiantes rígidas escalas de valores; pero deberán organizar sistemáticamente actividades formales e informales que ayuden al estudiante a definir explicar y probar sus valores, sean éstos cuales fueren. Mientras no enseñemos a los jóvenes los conocimientos necesarios para identificar y aclarar, sino para solventar los conflictos en sus propios Sistemas de Valores nuestras escuelas seguirán produciendo hombres industriales’.
Podrá parecer que un sistema educativo que no ordena sus enseñanzas formativas dentro de una determinada escala de valores conocida y probada puede fallar en cuanto a la formación del espíritu del hombre. Esto debería preocuparnos y crearnos cierto estado de inseguridad con respecto al futuro de nuestros alumnos. Pero las circunstancias cambiantes hacen también transitoria la posición de los educadores y de sus alumnos para adaptarse al tiempo nuevo y a sus exigencias, Lo verdaderamente grave no sería el cambio de valores sino abandonar los que se tienen sin sustituirlos por otros por los que correspondan a una contemporaneidad Esta es la tragedia que confrontan generaciones de jóvenes desorientados que perdida la fe en los valores tradicionales no han creado otros nuevos, Se extravían en los paraísos de la droga, se entregan al goce erótico o dormir en el nirvana de inacción.
Algunos sociólogos al analizar la falta de adhesión de los adolescentes a los nuevos valores creados por la sociedad postindustrial encuentran que está ligada al débil grado de compromiso de tales adolescentes en la sociedad en que viven: al estar marginados por razón de su origen étnico y, cada vez más, por sus perspectivas profesionales, abandonan todo esfuerzo de amplia socialización y se contentan con una socialización estrecha limitada a los grupos primarios de los que forman partes. Al fallar la comunicación y el compromiso no se crea el lazo solidario que existe entre aquellos que concurren juntos a la elaboración del proceso cultural.
El sociólogo que hemos citado había afirmado antes que “la idea cultural de un análisis que se haga en términos de participación o retraimiento cultural es que hoy mientras que los valores culturales están apegados a los productos elaborados colectivamente, y se encuentran determinados por la naturaleza de una civilización técnica y de los problemas sociales que ella plantea, la pasividad no es más que la transcripción psicológica de la sumisión o de la dependencia económica y social”.
Insiste también en los efectos de la masificación, que concluye en una abstención cultural’. En efecto, dice: La pertenencia a grupos primarios y a comunidades muy estructuradas aparecía como la condición de una participación creadora en los valores sociales y culturales, en una sociedad en que la cultura era un sistema de significación ligada a la experiencia profesional y social directamente vivida; en una civilización de masas, tal pertenencia no es ya más que la expresión de una abstención cultural forzada, de una débil participación en los valores de la sociedad global”. (Subrayado en el texto)
La disolución de esas sociedades estructurales por el impacto de la civilización industrial no es motivo suficiente para abandonar al hombre cuando más necesita del apoyo de la comunidad. Acaso los medios de comunicación de masas, bajo un control social adecuado, no alienante, podrían constituir un débil lazo de socialización del hombre contemporáneo. Pero esos medios, convertidos en vehículos de propaganda de productos para el consumo, tornan al ser humano más dependiente, menos participante.
En tal situación de desamparo los nuevos dirigentes, desde organizaciones profesionales, sociales y políticas deberían estimular, con la acción desalienante y de liberación, una estrecha colaboración para crear valores sin ligamen con los productos, con las cosas; valores que eleven la dignidad del hombre. En síntesis, contribuir a descodificar al hombre y la cultura, tomando en cuenta que los valores de una época son su espina dorsal y el hombre ha de vivir y moverse con ellos mientras conserve su razón humana de la existencia o no descubra los sustitutivos adecuados.
Necesariamente, los cambios en la cultura vienen acompañados de nuevos valores. En concepto de Raymond Ruyer: ‘A menudo las aportaciones culturales que desplazan a otras tienen más fuerte composición axiológica entonces hay progreso general. Los elementos arbitrarios se destruyen mutuamente y los componentes axiológicos se adunan...). La lucha entre culturas y en el interior de una cultura son siempre en torno a valores que se han de admitir o eliminar y en torno de la jerarquía que se va a establecer entre ellos.
No propugnamos una educación sin una bien establecida jerarquía o sistemas de valores, sino que contrariamente abogamos por una educación fundamentada en aquellos valores nacidos y crecidos a favor de los cambios creados por la sociedad superindustrial. Los nuevos valores aparejan nuevos deberes captados por la conciencia de la época. Existen metas diferentes para los cuales la actividad axiológica inventará los medios adecuados para cumplirlas, para realizar los valores, según postula Raymond Ruyer.
Formación de actitud para el cambio y para avizorar el futuro.
La habilidad condicionada de mirar hacia adelante, desempeña un papel clave en la adaptación. Ciertamente uno de los resortes ocultos para luchar exitosamente con las situaciones puede muy bien residir en el sentido del futuro que tenga el individuo. Las personas contemporáneas que se mantienen a la altura del cambio, que consiguen adaptarse bien, parecen tener más libre y desarrollado sentido de la anticipación que los que se adaptan mal. En ellos, el hecho de anticiparse al futuro, ha llegado a ser un hábito. El jugador de ajedrez que prevé la jugada de su adversario, el ejecutivo que piensa a largo plazo, el estudiante que echa un rápido vistazo al índice de materia antes de empezar la lectura de la primera página parecen desenvolverse mucho mejor’ (Toffler 438).
El hombre que tiene por función conducir a otro, como el que asciende a una montaña, va ampliando su horizonte en la medida en que conquista alturas mayores. Vencida una etapa en el ascenso la que viene proporcionará dominio mayor y la preocupación por futuros horizontes más lejanos todavía.
El maestro en la escuela ha de preparar al niño y al joven para que desde la perspectiva de su estado presente avizore los acontecimientos en que participará en el futuro. Singer habla de que ‘cada individuo lleva en su mente no sólo un autorretrato actual, una imagen de si mismo, sino también una serie de imágenes de cómo quiere ser en el futuro. Esta persona del futuro es un foco para el niño; es un imán que atrae: podríamos decir que el marco del presente es obra del futuro”.
De ese personaje fijado, de esa aspiración de vida futura extrae el hombre energías para proyectarse e sus actos, en etapas sucesivas hacen de la conducta un camino por el cual .la personalidad arriba al objeto soñado. El educador debe ayudar a sus alumnos a encontrarse, a no desviarse de la imagen ideal siempre que sea positiva, porque en ella está el hombre entero de mañana y de siempre. En nuestra obra La Magia de los Libros, hablamos de la búsqueda de la imagen ideal en las biografías, lecturas preferidas por los adolescentes que persiguen un modelo”.
Debemos acostumbrarnos a convivir con el futuro. En la escuela, si es cierto que el niño vive y convive con objetos presentes debe encontrar además la oportunidad de proyectarse en el mañana. Ser imaginativo creador. La escuela no puede seguir siendo un estadio para el pasado y desprovisto de contacto con la realidad actual, desde la cual penetra el futuro para hacer pensar al educando en papeles cada vez más importantes.
La capacidad de los líderes para conducir la sociedad futura.
Los niños formados en una escuela que tenga proyecciones hacia el porvenir, sin desligarse de la vida del presente estarán capacitados para conducir los procesos del desarrollo económico, social y político en que habrán de participar. El mundo tecnológico requerirá cada vez más hombres con una visión amplia. Los políticos del futuro, que ya está tocando a la puerta, no podrán actuar más desentendiéndose de las consecuencias de sus actos. Para acertar deberán estar influidos profundamente por el medio tecnológico que los rodea y por una filosofía del hombre, gestor de la técnica, para sobrevivir y crecer en un mundo mejor y tener la convicción de que sus decisiones afectan a numerosas personas dentro de la sociedad en que viven. Política y tecnología no son mundos diferentes, si se concibe a la política como ciencia de las previsiones enderezadas a realizar el bienestar de todos los ciudadanos y si a la vez se entiende la tecnología como conjunto de recursos puestos en u del hombre para ayudarlo a cumplir su destino humano. La técnica la inventó el hombre para servir a propósitos humanos, pero mal usada es amenaza de destrucción y muerte. Puede conducir a la bomba neutrónica, que sólo mata gente, dejando intactas las cosas, que para muchos son el símbolo de la riqueza y el poder.
Los líderes del porvenir deben ser formados para que pongan la técnica al servicio del bienestar de lodos los hombres, sin distingos odiosos, para acabar con la miseria y el desamparo. La visión del año 2000, que nos dan Kahn y Wiener no es alentadora. Nos dicen que “se conocerá la existencia de una isla bastante extensa de riqueza rodeada de miseria, al menos en comparación con el mundo desarrollado y con las expectativas nacientes” (...). La sociedad postindustrial e industrial sumarán una población cercana al 40% del total del mundo: más del 90% de la población mundial habitará en naciones que habrán salido del molde histórico de rentas entre cincuenta y doscientos dólares. Sin embargo, al mismo tiempo se habrá ensanchado enormemente la diferencia absoluta de vida entre países o sectores de países con economías desarrolladas industriales, postindustriales y de consumo en masa) y los países de situación preindustrial”
Los líderes políticos, sociales, técnicos o científicos serán responsables en gran medida del porvenir en la era postindustrial. Por ello su formación requiere nuevos conceptos de la educación. No pueden seguir manejándose ideas que fueron o son causa del fracaso de un mundo de injusticias y desigualdades. Para forjar un mundo mejor es preciso desechar las viejas ideas, que no ofrecen cimientos seguros. Una sociedad basada en la ganancia, en el dominio de las cosas, con las profundas diferencias engendradas por las desigualdades sociales si no es proscrita definitivamente, no ofrecerá seguridad ni oportunidades para hacer del hombre el dueño y señor del mundo por él creado y para él pensado. De la sensibilidad, tino y equilibrado dominio de los dirigentes dependerá que la promesa del futuro no sea sólo de monstruo o entronizamiento de mecanismos para producir más, para dominar sobre cielo y tierra, sino también arribo al seguro reinado de la justicia, de la solidaridad compartida y del esfuerzo en común para vivir en paz.
El espíritu crítico que la escuela fomente y despierte en los alumnos irá elaborando los principios del quehacer futuro. El educador debe enseñar a los alumnos a intervenir en su propia formación, mediante la entrega de responsabilidades. Se tratará de la autogestión en la escuela. El pensamiento propio de los jóvenes, aun en contraposición con el pensamiento de los mayores, forja el espíritu libre y creador. Aceptar las conclusiones de los demás sin discutir crea personalidades sumisas al servicio de las peores causas. Que los jóvenes aprendan haciendo, a acertar, y a rectificar cuando se equivoquen.
Una nueva ‘moral deberá ser el producto, no de la imposición dogmática de las ideas de los padres y de los maestros, de los gestores y dominadores, sino de tina angustiada búsqueda para responder a los porqués planteados por las cambiantes situaciones.
Partiendo de la realidad, teniéndola en cuenta, la escuela ha de preparar el futuro, siempre que considere que así como la ruptura del huevo da nacimiento al polluelo, también la vida nueva crecerá en el seno de una situación donde el invento ofrece circunstancias que deben ser tornadas en cuenta. La experiencia ajena ayudará, sin duda, a los jóvenes, pero es la propia experiencia la que los forma y los hace dueños de habilidades que le servirán a lo largo de su existencia. La escuela debe hacer efectivo el principio de que a hacer no se aprende, sino haciendo’. El pensamiento basado en la experimentación, como dijimos, lo consideró Kilpatrick como base del progreso científico. Para que el pensamiento adquiera sentido se inscriba dentro del mundo de la creación debe partir de aquella base experimental.
El porvenir avanza a pesar nuestro o con nuestra ayuda e intervención. Técnicos y científicos trabajan para prepararlo, pero cada hombre debe tener una parcela de ese porvenir para sentirlo como suyo. Nadie puede quedarse al margen y aceptar lo que otros hacen como lo mejor.
Ante los resultados negativos de la escuela contemporánea que ha provocado movimientos juveniles en los países altamente desarrollados y hasta en aquellos en proceso de desarrollo, se habla de cambios fundamentales en la educación. Un alto sentido de responsabilidad política no circunscribe sus solicitudes a tales cambios, sino que, como dijimos antes, se propone suplantar la sociedad, que es el medio donde la educación crece y se afirma, ya que no puede concebirse ésta más que como un modo de ser, una forma de expresión de la comunidad. Roger Garaudy, a quien citamos antes, sostiene que un cambio auténtico no puede realizarse mediante una renovación reformista de los medios: no es suficiente ceder a la ilusión económica del del crecimiento cuantitativo de la escuela: aumentar el presupuesto de la educación nacional para multiplicar el número de edificios, de equipamientos escolares de maestros: ni a la visión pedagógica sobre la virtud de los nuevos métodos: generalización del empleo de la televisión o del ordenador en las clases. Nada de ello es en sí mismo condenable: pero tampoco constituye una solución al problema actual una definición nueva de las finalidades de la educación exige un cambio radical del contenido de los programas, las estructuras y del funcionamiento de la actividad vital de la cultura”. Y agrega luego: si de lo que se trata es de la búsqueda de nuevos fines para el conjunto de la sociedad global, de la invención de un nuevo proyecto de civilización, el estimulo de la creatividad y del poder imaginativo de anticipación se convierte en el objetivo esencial de la educación.
Precisamente de eso se trata. Se habla, incluso de supresión de la escuela, pero el sustitutivo que se propone tiende sólo a promover la educación privada, enflaqueciendo aun más las posibilidades de educación de las grandes mayorías.
Si no queremos que la avalancha del futuro, o si se prefiere, como dice Toffler. El “Schock”del futuro, aplaste a la humanidad debemos habilitar los medios para formar los nuevos lideres, dotados de altas calidades para la eficiencia, pero sobre todo de fina sensibilidad social para atender a las necesidades y aspiraciones de los seres humanos. O la civilización se hace para el hombre o termina con el hombre. Esta convicción fuertemente arraigada en el espíritu de los dirigentes los hará permeables a consideraciones que den importancia al quehacer de cada quien como una forma de colaboración en la construcción de un porvenir cada día mejor y donde las cosas sirvan al ser humano para su encumbramiento y no como instrumento de Poder para envilecerlo y deprimirlo. Elevar al hombre por encima de las cosas o hará dueño y no esclavo del futuro.
El maestro como líder
La preocupación por una pedagogía social desde fines del siglo pasado y en lo que va corrido de este siglo ha señalado a la escuela y al maestro tareas que no pueden eludir. En México la escuela rural, con el advenimiento de la revolución de 1910 y más a partir de 1922, puso sobre los hombros del maestro la pesada carga de rescatar a grandes masas de la población de la miseria y de la ignorancia. La escuela se convirtió en una agencia activa de la comunidad, y el maestro como la persona de mayores conocimientos e iniciativas, vino a ser, por efecto de la dinámica social, el líder de aquellas comunidades que despertaban a la vida, apretadas las manos de reivindicaciones contra lo que consideraron como injusticias.

1 comentario:

dajohmi dijo...

¡HOLA AMIGOS!
ESPERO QUE ESTA NUEVA MODALIDAD DE COMUNICACIÓN CONTRIBUYA A ELEVAR LA CALIDAD DEL TRABAJO QUE REALIZAMOS EN NUESTRA ALDEA .
MINE...